Título original: Shaun of the Dead
Año: 2004
Duración: 99 min.
País: Reino Unido
Director: Edward Wright
Guion: Edward Wright, Simon Pegg
Música: Dan Mudford, Pete Woodhead
Fotografía: David M. Dunlap
Reparto: Simon Pegg, Nick Frost, Kate Ashfield, Lucy Davis, Dylan Moran, Bill Nighy, Penelope Wilton
Explosión creativa en una de las mejores películas de zombies de todos los tiempos.
Quién iba a decirles a Edward Wright, Simon Pegg, Jessica Stevenson y Nick Frost que participar en una serie tan maravillosa, pop y multireferencial como Spaced les embarcaría en Zombies Party (Una noche… de muerte), proyecto nacido del amor de Wright y Pegg por el cine de zombis, George A. Romero y, en el caso del director, su absoluta devoción por No profanar el sueño de los muertos de Jordi Grau.
Pobre Shaun, su vida es un desastre: trabaja en una tienda de electrodomésticos, su mejor amigo, Ed, es un auténtico desastre y se le ha metido en casa para desgracia del estirado Pete, compañero de piso de Shaun… La relación con su madre no pasa por el mejor momento y, por si fuera poco, su novia le lanza un órdago: cambia radicalmente o su relación se habrá acabado.
¿Puede ir algo peor? Sí, que un estallido zombi tome la ciudad y ponga en peligro a todos sus seres queridos. Shaun y Ed, si consiguen despegarse del sofá, tendrán que ponerse el sombrero de héroes y salir a la calle.
Zombies Party se podría comparar con la madre de todas las zombedies: El retorno de los muertos vivientes de Dan O’Bannon, pero lo cierto es que los zombis de Wright y Pegg están más cerca del muerto viviente creador por George A. Romero ya que al igual que el fallecido director de Michigan, el guion de Zombies… añade crítica social a la mezcla – esa sociedad adormecida por una vida rutinaria que exige casa, trabajo, pareja… como señal del éxito- y añade de su propia cosecha una crisis personal que le viene como anillo al dedo a la historia ya que cualquiera puede ser Shaun, el protagonista, donde ve en un estallido zombi la posibilidad de solventar una ruptura de pareja, volver a ser querido por su madre y, en definitiva, reinventarse para verse a sí mismo con mejores ojos.
Hemos dicho que Wright/Pegg toman el elemento social de George A. Romero pero lo cierto es que lo hacen suyo al tiempo que consiguen evitar esos discursos plomizos y reiterativos que solían afectar al universo zombi de Romero, como si cada película de muertos vivientes tuviera que ser una clase de universidad 101; al igual que en Dawn of the Dead o No profanar…, el triunfo de los muertos vivientes no reside en su inteligencia sino en el número creciente y la estupidez humana… imposible negar que aunque los protagonistas de Zombies Party son maravillosos/entrañables, muchas de sus decisiones obedecen más a impulsos humanos que a la lógica y aquí destacar la secuencia donde Shaun expone el plan para salvar a su madre y ex novia: perfecta de principio a fin, con un timing impecable.
Aunque el casting es impecable, lo cierto es que Kate Ashfield, quien interpreta a la novia del protagonista, no llega a la altura del resto del reparto e incluso Jessica Stevenson la eclipsa durante sus escasas intervenciones debido a la palpable química que ya tenía con Pegg en Spaced.
La dirección de Edward Wright, pulida durante los escasos capítulos de Spaced, se convierte aquí en un manual de usuario para el resto de la carrera del director e incluso esas baterías de imágenes para generar elipsis ya son parte del discurso cinematográfico de muchos directores jóvenes, una muestra más de lo influyente que ha sido Zombies Party desde su estreno en el 2004.
Esta joya tiene a sus espaldas veinte años, sigue resultando tan fresca, divertida y vigente como cuando se estrenó, ¿Es posiblemente decir más con menos?
Firma: Javier S. Donate.
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