Sitges - La casa de los 1000 cadáveres review

El Capitán Spaulding es un curioso personaje que regenta una gasolinera de mala muerte en medio de la nada, cuya decoración son un montón de cachivaches estrafalarios dignos del museo de los horrores. Una noche, cuatro amigos que se encuentran de viaje paran en su gasolinera a repostar…

Título original: House of 1000 Corpses

Año: 2003

Duración: 88 min.

País: Estados Unidos

Director: Rob Zombie

Guion: Rob Zombie

Música: Rob Zombie, Scott Humphrey

Fotografía: Alex Poppas, Tom Richmond

Reparto: Karen Black, Sheri Moon Zombie, Sid Haig, Bill Moseley, Walton Goggins, Rainn


Bienvenido a la casa de los horrores de Rob Zombie.

Rob Zombie no necesita presentación. Pero hubo un tiempo, hace ya 20 años, en el que sí la necesitaba. Su primera exhibición en el mundo del cine fue esta casa de los horrores y nadie sabía muy bien qué esperar de la súbita incursión de un metalero de renombre en el universo del cine. Hubo expectación máxima ante tal intrusismo, pero podemos decir que Zombie conquistó a casi todo el mundo con esta obra que supuso un enamoramiento instantáneo de su universo.


El Capitán Spaulding es un curioso personaje que regenta una gasolinera de mala muerte en medio de la nada, cuya decoración son un montón de cachivaches estrafalarios dignos del museo de los horrores. Una noche, cuatro amigos que se encuentran de viaje paran en su gasolinera a repostar…

Empecemos hablando de su dirección artística, impecable y llena de elementos. Máscaras, trajes, trastos de todo tipo, muñecos, huesos, calaveras, telas de araña… decorados excelentes en los que no falta detalle y que le dan una ambientación de mucho nivel a la peli. Costó 7 millones de dólares, que no es una suma enorme pero tampoco pequeña si tenemos en cuenta que han pasado dos décadas. Se nota que hay nivel de producción en esa estética tan cuidada.

Otro aspecto fundamental es el elenco: Sid Haig, encarnando al Capitán Spaulding, crea en los pocos minutos que aparece en pantalla a un personaje que se convirtió ipso facto en un referente de la cultura de nuestra generación. Karen Black, una actriz olvidada que había trabajado con Jack Nicholson o DeNiro, Rainn Wilson, un par de años antes de convertirse en Dwight Schrute, Walton Goggins encarnando al sheriff y Bill Moseley que ya había dado vida a un personaje terrorífico en La Matanza de Texas 2, sin olvidar a Sheri Moon, que aparece en todas las películas del autor. Zombie hizo aquí lo que Tarantino, recuperar a figuras un poco perdidas, dándoles un lugar en el Olimpo del terror.

A todo esto, hay que sumarle la personalidad que muestra el director. Su estética estrambótica, sus luces, sus insertos de videoclip por en medio, su rollo grotesco a la par que espeluznante. Es todo muy Rob Zombie y aunque en algunos aspectos no comulgo para nada, son marca de la casa, y se agradecía mucho en su día ver algo diferenciador y especial. El uso que hace Zombie de la música nos ha dado también momentos inolvidables (véase el final de la secuela de esta película, Los Renegados del Diablo) y en La casa de los 1000 cadáveres ya hay muchos momentos donde la música eleva la película.


Lo más flojo puede resultar ser el guion (porque no deja de ser la enésima versión de algo que ya conoces) y la estética de Zombie si no te gusta y te parece cargante. Pero, aun así, Zombie fue capaz de marcarse una trilogía con estos personajes, y de depurar su estilazo partiendo de este guion. La parte final dentro de la casa es un auténtico paseo por los infiernos que me sigue poniendo los pelos de punta, aunque la cinta también tiene elementos de humor y diálogos graciosos. Cabe mencionar también el montaje, picado y extraño a ratos, que le da un dinamismo original.

Así comenzaba el líder de la banda White Zombie su andadura por el celuloide. Tardó 4 años en llevarla a cabo, y se convirtió en uno de los cineastas de terror más importantes de los 2000.

Firma: Sonia Antorveza.
@bunyolsdesucre

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