Faro review

Tras la trágica muerte de su mujer, este arquitecto y su hija se refugian de la tristeza y la culpa en el faro familiar, que se encuentra en el rincón de esta paradisiaca isla que, como cada invierno, se queda vacía.

Título original: Faro

Año: 2024

Duración: 105 min.

País: España

Director: Ángeles Hernández

Guion: Ángeles Hernández, David Matamoros, José Pérez Quintero

Música: Víctor Reyes

Fotografía: Gina Ferrer

Reparto: Hugo Silva, Zoé Arnao, Irene Montalá, Sergio Castellanos, Noelia Balbo


Un hermoso envoltorio dramático al que le falta terror.

Los faros tienen un algo atrayente, para qué negarlo, puede utilizarse para el bien salvando barcos o para el mal si lo apagas cuando las embarcaciones están cerca de la costa y les dejas a ciegas para que se destrocen contra los acantilados.

Un faro es un escenario muy sugerente, pero hay que saber utilizarlo de forma correcta. ¿Lo habrá logrado la directora Ángeles Hernández?


Tras la trágica muerte de su mujer, este arquitecto y su hija se refugian de la tristeza y la culpa en el faro familiar, que se encuentra en el rincón de esta paradisiaca isla que, como cada invierno, se queda vacía.

Cada noche el faro se enciende e ilumina los alrededores, pero en su interior mora una presencia que ronda a la familia, que puede ser buena o mala… Aunque tal vez las mayores amenazas vengan del exterior.

Ángeles Hernández buscaba una historia de terror cuyo motor fuera la culpa, una culpa que levantará muros entre los protagonistas y les impidiera hablar acerca lo que les ocurría. Pero vaya por delante que aunque la intención es buena Faro se va un poco de madre ya que los tres guionistas, la propia Hernández junto a David Matamoros y José Pérez Quintero, crean enormes de guion al intentar meter demasiados elementos – la hija, el padre, el primo, las desapariciones, el tono familiar, el fantasma – que obliga a la historia a saltar entre el drama, el thriller, una historia de fantasmas clásica imbricada con un coming of age e incluso jugueteos con el elemento social… y cada uno de estos géneros resta al otro.

Los guionistas parecen acordarse del fantasma cuando necesitan hacer de bisagra en la historia, acumulando elementos de ruido continuo y jumpscares al tiempo que rozan un J-horror muy resultón gracias al moho, las algas y todo ese elemento de podredumbre que asola el lugar… pero realmente el espectador no siente la amenaza en cualquiera de estos momentos, ya que una secuencia lleva a la siguiente y sucesivamente mientras personajes dicen frases lapidarias como la tendera interpretada por Noelia Blanco quien suelta perlas estilo “ese faro no trae nada bueno”, “debería salvar vidas y hace lo contrario”, sin que tenga continuidad o peso en la historia.

¿Obedece todo esto, junto con la trama del chaval desaparecido, a continuas reescrituras de guion que hacen perder el norte? O ¿Es tal vez el miedo de los productores a un producto puro de terror que espante a los espectadores? En ese sentido a la película le falta foco ya que salta de forma caprichosa entre el mundo adulto y adolescente sin decidirse por uno de los dos.

A nivel puesta de escena, Ángeles Hernández se mueve con soltura (aunque abusa de los planos aéreos cada vez que los personajes se trasladan de un lugar a otro) acompañada por la gran labor de la directora de fotografía Gina Ferrer cuya paleta de colores es impresionante al generar esos dos mundos condenados a jamás entenderse como la tierra firme y el mar.


A nivel actoral, Faro va más justito ya que Hugo Silva se nota un poco perdido ante una joven muy potente a nivel imagen como es Zoé Arnao; el tercero en discordia, Sergio Castellanos, interpreta al primo y aunque da bien de físico su papel es terrible mientras Irene Montalá funciona siendo el motor de la historia

Tal como nos enseña Faro, la culpa es un gran motor que empuja a reconciliarse, matar, cometer locuras… La culpa suele llevar consigo un punto de drama que suele funcionar dentro del terror, pero nunca cuando la historia da tantos bandazos y se pasa de frenada.

Imposible terminar sin el recuerdo para un clásico olvidado, una película también ambientada en un faro y con muchos puntos en común con Faro, y que debería haber servido como espejo para la película que nos ocupa: Paperhouse de Bernard Rose.

Firma: Javier S. Donate.

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