Entrevista a Jorge Cañada Escorihuela, director del cortometraje El Padre Bueno


Por un lado está Damián, un zahorí y padre de familia que ha perdido a su hija. Se encuentra en un momento de dificultades económicas y recibe un encargo para encontrar agua. Por otro lado está su hijo Sergio, que ha perdido a su hermana, pero lo afronta de una forma muy diferente. La película cuenta la búsqueda de Damián, una búsqueda que consiste en hallar la forma de convivir con la muerte de su hija, pero lo cuenta a través de la búsqueda del agua. Sergio, su hijo, es quien le guía en ese camino.


Cuéntanos el origen de tu cortometraje.

Bueno, realmente el origen de la historia es en cierta medida autobiográfico, o, si se quiere, está vinculado con algo que ocurrió en mi familia. Evidentemente, no ocurrió tal y como se cuenta en la película, pero el corto sí que pretende transmitir una idea de lo que supone para una familia perder a uno de sus miembros. Narra, como si dijéramos, ese viaje interior que pasa por varias fases, desde el rechazo hasta la aceptación.


¿Qué se van a encontrar los espectadores del cortometraje?

Por un lado, he intentado hacer un trabajo muy fuerte en lo que se refiere a la construcción del mundo en el que se desarrolla la película. Son un entorno y una casa que yo conozco muy bien, porque son mi casa, mi pueblo y los alrededores de mi pueblo, en los que he jugado mucho de pequeño. Es, de alguna forma, mi mundo. Pero los lugares que conoces son una cosa, y el mundo de una película es otra. No sé cómo explicarlo, pero, en cierta medida, hay que volver a imaginarlo todo para que funcione como si fuera real. Quería que la naturaleza y el entorno estuvieran vivos, que fueran un personaje más. Por otro lado, me parecía importante que el espectador tuviera la duda de quién está vivo y quién muerto, como en la novela Pedro Páramo, de Juan Rulfo.


¿Cuáles son tus influencias?

En esta película ha sido muy importante la influencia de Miyazaki. Yo siempre me imaginé este corto mientras lo escribía como un live-action anime en el que se conjugaba lo real, por decirlo de alguna manera, lo que tiene los pies en la tierra, con lo poético y lo fantástico, como una especie de Princesa Mononoke, pero mucho más humilde. No obstante, el corto tiene otras influencias procedentes del mundo del cine, como Victor Érice, Robert Edgers o Yasujirō Ozu, y, como comentaba antes, también de escritores como Juan Rulfo.


¿Qué consejos darías a los futuros cortometrajistas?

Me parece un formato muy difícil y no estoy seguro de que pueda dar ningún consejo. Un corto hay que hacerlo y punto.


¿Cómo ves el mundo del género fantástico hoy en día?

Me parece un mundo muy heterogéneo. Por un lado hay una amalgama de películas de fórmula que funcionan como las máquinas tragaperras: enganchan, pero cuando terminas de verlas te olvidas inmediatamente de ellas, porque les falta algo, están como vacías. Sin embargo, el género permite explorar ideas con mucha libertad y da pie, sin caer en el ridículo o la cursilería, a hacer un planteamiento un poco más poético que el que admiten otro tipo de películas. Pienso en Miyazaki, al que he citado antes, o en la película Your Name, que me parece una auténtica belleza. De los últimos años, me ha atraído mucho la película The Green Knight, que tiene una dirección y una creación de mundo portentosas, aunque se me quedó un poco fría. Creo que es también un riesgo que se corre con el género fantástico, es fácil que los personajes queden demasiado lejanos y no llegues a involucrarte de verdad en lo que les pasa, como si lo vieras desde la barrera.


¿Puedes hablarnos de tus próximos proyectos?

Ahora estoy trabajando en un largometraje. Lo estoy pensando como un live-action anime y quiero conjugar una vez más ese mundo real y ese otro más libre, más fantástico. Está vez la historia se sitúa entre Londres y Zaragoza. Estamos todavía en la fase de guión, pero estoy bastante ilusionado con lo que tenemos, con el mundo que está surgiendo poco a poco.


¿Dónde se te puede encontrar?

No tengo redes. Soy de email.


¿Película de terror favorita?

Hereditary, sin duda. He trabajado con Ari Aster recientemente en su película Beau Is Afraid, en la que me he encargado de producir una secuencia, y, después de haberle visto pensar y trabajar, creo con sinceridad que es el mejor director que tiene ahora mismo el género. La secuencia de la cena me parece maravillosa. Una película perfecta.