Sitges - Glorious review

Wes está de viaje, hecho polvo, recorre los kilómetros y en cada parada llama por móvil a Brenda, quien nunca responde.

Título original: Glorious

Año: 2022

Duración: 79 min.

País: Estados Unidos

Director: Rebekah McKendry

Guion: Joshua Hull, David Ian McKendry, Todd Rigney

Música: Jake Hull

Fotografía: David Matthews

Reparto: Ryan Kwanten, J.K. Simmons, Tordy Clark, Sylvia Grace Crim, André Lamar


Refrescante (y sucia) mezcla de comedia y horror cósmico.

Desde Buried de Rodrigo Cortés, allá por el 2010, hemos visto a gente encerrada en todo tipo de sitios: Ascensores en medio de un brote zombi como la injustamente olvidada película The End?, coches, bunker, o la gran Pontypool en un estudio de radio… Aunque el retrete ya ha sido utilizado en Zombie Ass: Toilet of the Dead, no parece un lugar idóneo para una película de terror.

¿Pero qué ocurre si mezclas dos ideas que, a bote pronto, parecen opuestas?


Wes está de viaje, hecho polvo, recorre los kilómetros y en cada parada llama por móvil a Brenda, quien nunca responde.

Su camino le lleva a un área de descanso en medio de la nada, y desde el retrete junto al suyo, suena una voz… ¿Tal vez el encuentro de Wes y del desconocido estaba escrito hace mucho?

Curioso pero Ryan Reynolds y Ryan Kwanten siempre me han parecido como dos gotas de agua, el primero ha ganado fama mundial protagonizando chorradas directas a Netflix, Kwanten parece haber tomado el camino del actor de carácter ya que brilla como el lechero creepy en la serie Them y aquí soporta casi toda lo glorioso sobre sus hombros. En ese sentido, funciona el guion escrito a seis manos entre Joshua Hull, David Ian McKendry, Todd Rigney que saben moverse entre lo diminuto y lo universal, en un juego de verdades y mentiras entre los dos protagonistas principales. Lo interesante de la historia es que sacan partida a la interactuación y son capaces de moverse entre el subgénero de otro-espacio-cerrado, la comedia, lo siniestro y algo más que no diré pero que distingue Glorious de otras propuestas cercanas.

Aunque la duración de Glorious es breve, el uso de cámara estática la hubiera convertido en una obra de teatro retransmitida pero hay que reconocer que la directora Rebekah McKendry se mueve con ligereza en espacios angostos, en los cubículos de los retretes, las tuberías, el dibujo del horror cósmico que ocupa una de las puertas. Pero nada de esto sería igual sin la increíble fotografía de David Matthews cuya paleta de colores está muy cercana a la que Steve Annis utilizó para Color out of Space y no creo que sea casualidad debido a que ambas tratan del horror cósmico; la fotografía de Matthews, junto a la música surreal de Jake Hull, da texturas y levanta momentos como el de la lluvia que, con un tratamiento distinto, podría ser ridícula.


Ya hemos hablado de la labor de Ryan Kwanten, capaz de transmitir agobio y cuya secuencia de la resaca da mucho dolor de cabeza, pero hablemos ahora del otro polo de la historia, la voz de un actorazo que es J.K. Simmons, ese personaje que siempre intuimos y nunca vemos, convierte a Gath en alguien seductor, cercano, amenazador y paradójicamente humano. Sylvia Grace Crim y André Lamar aportan personalidad, sobre todo la primera, a pesar de tener papeles pequeños.

Glorious ofrece justo lo que se le pide: una historia que sabe avanzar, realización adecuada, interpretaciones de calado y, sobre todo, una reflexión final muy interesante: ¿Dónde está el límite entre lo humano y lo monstruoso o entre lo cósmico y el humanismo?

Cada uno debe responder esa pregunta.

Firma: Javier S. Donate.

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