Título original: Messe Basse
Año: 2020
Duración: 90 min.
País: Francia
Director: Baptiste Drapeau
Guion: Ollivier Briand, Mauricio Carrasco, Baptiste Drapeau
Fotografía: Francois Ray
Reparto: Alice Isaaz, Jacqueline Bisset, Francois-Dominique Blin, Bastien Ughetto.
Inteligente acercamiento al género de lo sobrenatural.
Ay, el amor. Como dirían los poetas es una fuente de vida pero a lo largo de los años ha enviado miles de almas al otro lado, que se lo digan a Romeo y Julieta por ejemplo. Asimismo, el amor es uno de los grandes motores del género fantasmal… El amor y el odio que genera la venganza amorosa, claro. En The Lodger tenemos un amor imposible de contener pero que, al mismo tiempo, es un arma mortal.
Julie, una joven estudiante de enfermería, alquila una habitación a la anciana Elizabeth, quien se comporta como si su difunto marido, Víctor, estuviera siempre presente. Julie decide seguir el juego a la mujer… hasta que el juego cambia de reglas.
Hay algo atemporal en la película de Baptiste Drapeau, algo atemporal y clásico que convierte The Lodger en un agradable descubrimiento. La apuesta del director francés recuerda mucho a ese universo propio de Michel Gondry en películas como Eternal Sunshine… o la intimista – y en muchos sentidos cercana a The Lodger – The Science of dreams. Pero allá donde Gondry presenta un mundo de personajes bizarros, el director de The Lodger nos presenta una realidad reconocible que, sin embargo, se va transformado en algo totalmente diferente.
¿Diría que The Lodger es de terror? Sin dudarlo, pero no el terror de jump scares o siniestros pasillos, sino de una locura que se vuelve contagiosa y transforma alguien anodino – en este caso una estudiante gris – en una persona muy diferente. En el guion original de Ollivier Briand la historia era un thriller psicológico acerca de un triángulo amoroso en el que una de las personas estaba muerta, pero Mauricio Carrasco y Baptiste Drapeau hicieron suya la historia al dotarla de ese aire romántico e irreal, una atmósfera luminosa que al mismo tiempo es siniestra - todo apoyado por la música de Agnés Olier – gracias al juego de los espejos representado en esos cuadros para los que posa Jacqueline Bisset y que reflejan decadencia y locura al estilo de Gloria Swamson en El Crepúsculo de los dioses.
Si para la historia, Basptiste Drapeau tiene un gran aliado en Mauricio Carrasco, la labor de Francois Ray como director de fotografía es inmensa: los primeros tonos del mundo gris y la efervescencia alcohólica de las fiestas universitarias, dejan paso a un mundo onírico repleto de colores publicitarios, a la luminosidad del amor y, finalmente, a un final donde Drapeau y Ray demuestran que Alfred Hitchcock siempre estará vigente.
Imposible imaginarse otra pareja protagonista que Alice Isaaz y Jacqueline Bisset, la primera por ser capaz de representar alguien que emerge como mariposa de un capullo hasta convertirse en un arma cargada, y la clásica Bisset porque sigue manteniendo el control de la pantalla gracias a su presencia y unos ojos azules siempre vivos. El tercero en el triángulo, Francois-Dominique Blin, crea un galán de aires atemporales y sonrisa de pícaro aventurero.
The Lodger no te dará grandes sustos, que eso vaya por delante, pero sabe manejar a la perfección distintos géneros y su último tercio se convierte en un contrarreloj donde cualquiera puede ganar. Hora y media que se pasan como un suspiro y te dejan muchas preguntas que hacerte al llegar los títulos finales. Hoy en día eso es un logro.
Firma: Javier S. Donate.
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