Poniendo notas musicales al terror.
¿Cómo visualizas, siendo compositor, el terror?
Soy un compositor que me gusta trabajar sobre guion y hablar mucho con el director. Siempre pienso en el director como un creador que puede dirigir la misma historia de maneras muy diferentes, así que lo que me interesa es leerme primero el guion y luego que el director me cuente cómo quiere rodar eso, su universo cinematográfico y musical.
Mi primer trabajo es el acercamiento al mundo del director, si ya tiene varias películas me gusta ver su trabajo anterior, y si es novel yo soy muy preguntón y me gusta informarme sobre cómo ve el terror. Y después a la hora de trabajar, compongo un tema que yo llamo inspiracional, de entre diez y quince minutos, lo primero que me viene a la cabeza sobre esa historia. Son dos formas además de partir, por un lado el director escucha cómo veo yo esa historia y entonces él me puede decir, “pues mira qué bien como lo has hecho, o me gustaría más de otra forma”. Es un puente de partida, porque yo la película lo veo como un viaje en el que tanto el director como yo vamos evolucionando.
Tu primer acercamiento al género de terror fue en el 2010 con Secuestrados de Miguel Ángel Vivas. Para mi, tu trabajo es “invisible”, ayuda a mantener la tensión pero no la percibes conscientemente. Utilizas orquesta, electrónica y hasta un instrumento aborigen australiano.
Justo, el Didyeridú. Ese instrumento me vino a la cabeza por lo primario, es un tubo larguísimo que emite un subgrave tremendo y que funciona muy bien con la percusión. A la hora de poner música a Secuestrados, la percusión era importante por esos instintos tan primarios de miedo y desconfianza, pues la música tiene que ilustrarlos. En Secuestrados, por ejemplo, la música tiene que ser invisible, no debe notarse cuando está pero si cuando desaparece.
Justo después de Secuestrados, en el 2011, pusiste música a Lobos de Arga que mezcla el terror con la comedia. Es una banda sonora completamente sinfónica. ¿Qué influencias manejaste para la composición?
Hablé mucho con el director, Juan Martínez Moreno, que es un amante del cine y además es un fan terrible de Coppola y me decía que le gustaba mucho la composición de Wojciech Kilar que es un compositor que a mí me flipa. Hablando con Juan me dijo “mira Los lobos es una comedia de terror, pero vamos a poner el foco de la música en el terror clásico, sin hacer gags con la música. Debe enfatizar la música de terror”. Y me ceñí tanto que utilicé la misma plantilla orquestal que Kilar en Drácula: mucho metal, con muchos contrabajos, utilicé muchísimo los graves. La grabamos con la sinfónica de Bulgaria que es una orquesta muy potente. Juan me dejó gran libertad y los dos disfrutamos mucho con el proceso de la grabación.
Juan confió totalmente en mí y eso es importante, porque a veces los directores no se fían. Es cierto que el poder de la banda sonora en una película es un arma muy peligrosa.
En el 2015 llega tu segunda colaboración con Miguel Ángel Vivas en Extinction. Es curioso que adoptas un tono muy dramático. Evades la acción y te centras en lo humano. ¿Esto fue idea tuya o lo hablaste con Miguel Ángel Vivas?
Lo hable con él, pero yo lo veía así. Le traje un poco a mi terreno en ese aspecto porque yo creo que la novela en la que estaba basada, Y pese a todo, es una historia triste, es una historia de amistad. Es una peli de zombis pero relativamente, es una peli de zombis pero también hay mucha relación humana y yo hice hincapié en eso. Por ejemplo en Extinction no teníamos muy claro si queríamos música sinfónica o electrónica, entonces hice una bobina de música electrónica y no terminaba de funcionar porque es una película emocional y yo creo que la orquesta le daba eso.
Por ejemplo, en la primera secuencia, empezamos con sonido ambiente que desaparece hasta quedar solo la música, entra entonces la voz de una soprano. Es un momento muy emocional que crea un contraste muy grande, porque el foco se separa de la imagen y se centra en lo humano. Es una de mis secuencias preferidas.
Con Feedback de Pedro C. Alonso vuelves al mundo claustrofóbico de Secuestrados, ya que se desarrolla en el interior de un estudio de radio. ¿Cómo enfocas musicalmente la claustrofobia?
Desde que vi las primeras imágenes de Feedback, las imágenes me parecieron de un virtuosismo, es su primera película pero Pedro ha dirigido mucha publicidad, y me sorprendió su dirección de actores. Y la música, mi forma de trabajar fue parecida a la de Secuestrados, tiene que ser algo muy claustrofóbico. Aparte, hay mucho trabajo con los sonidos de la radio. Me muevo como pez en el agua en este tipo de ambientes, me encuentro cómodo trabajando con espacios pequeños y que la música vaya siguiendo la historia. Soy muy maniático y puedo rehacer una cosa mil veces hasta que la música se solape con las imágenes. MI obsesión como compositor es que cuando el espectador vea la película, tenga la sensación de que la música está desde el principio, que no es una capa que se pone después. Soy muy cinéfilo y disfruto mucho participando en el proceso de creación de una película, me implico mucho.
¿Cuáles son tus próximos proyectos de género?
Es una película que se llama La Jauría, dirigida por Carlos Martín Ferrera, un director catalán con el que trabaje hace años en una película llamada Codi 60 que tenía guion de Oriol Paulo y que hablaba de un caso real en Barcelona, una asesina a la que llamaban la mataviejas. Es un director muy cinéfilo y ama este tipo de género.
Es muy melómano, le gustan mucho las bandas sonoras, y entonces estaba intentando levantar La jauria pero no tenía buenas respuestas de la productoras y entonces dijo “mira yo no aguanto más, voy a producirla” y entre todos hicimos un crowfunding. Se estrenó en Sitges y le gustó mucho a Ángel Sala, pero con todo esto de la pandemia se quedó parada aunque creo que ahora hay una plataforma interesada en ella.
Para mí la premisa es maravillosa: una mañana, en un bosque, aparece un coche con cinco hombres vestidos con traje y amordazados. Se están ahogando porque el coche se llena con el humo del tubo de escape. Cuando la gente la vea les va a gustar. Lo que llamó la atención en Sitges fue el partido que le saca Carlos al interior del coche con una sola cámara.
¿Cuál es tu banda sonora de terror favorita?
Psicosis de Bernard Hermann, no es mi compositor preferido de terror pero si mi composición favorita de terror.
¿Y tú película de terror favorita?
Rosemary’s Baby de Polanski y El exorcista también me gusta mucho.
¿Cómo visualizas, siendo compositor, el terror?
Soy un compositor que me gusta trabajar sobre guion y hablar mucho con el director. Siempre pienso en el director como un creador que puede dirigir la misma historia de maneras muy diferentes, así que lo que me interesa es leerme primero el guion y luego que el director me cuente cómo quiere rodar eso, su universo cinematográfico y musical.
Mi primer trabajo es el acercamiento al mundo del director, si ya tiene varias películas me gusta ver su trabajo anterior, y si es novel yo soy muy preguntón y me gusta informarme sobre cómo ve el terror. Y después a la hora de trabajar, compongo un tema que yo llamo inspiracional, de entre diez y quince minutos, lo primero que me viene a la cabeza sobre esa historia. Son dos formas además de partir, por un lado el director escucha cómo veo yo esa historia y entonces él me puede decir, “pues mira qué bien como lo has hecho, o me gustaría más de otra forma”. Es un puente de partida, porque yo la película lo veo como un viaje en el que tanto el director como yo vamos evolucionando.
Tu primer acercamiento al género de terror fue en el 2010 con Secuestrados de Miguel Ángel Vivas. Para mi, tu trabajo es “invisible”, ayuda a mantener la tensión pero no la percibes conscientemente. Utilizas orquesta, electrónica y hasta un instrumento aborigen australiano.
Justo, el Didyeridú. Ese instrumento me vino a la cabeza por lo primario, es un tubo larguísimo que emite un subgrave tremendo y que funciona muy bien con la percusión. A la hora de poner música a Secuestrados, la percusión era importante por esos instintos tan primarios de miedo y desconfianza, pues la música tiene que ilustrarlos. En Secuestrados, por ejemplo, la música tiene que ser invisible, no debe notarse cuando está pero si cuando desaparece.
Justo después de Secuestrados, en el 2011, pusiste música a Lobos de Arga que mezcla el terror con la comedia. Es una banda sonora completamente sinfónica. ¿Qué influencias manejaste para la composición?
Hablé mucho con el director, Juan Martínez Moreno, que es un amante del cine y además es un fan terrible de Coppola y me decía que le gustaba mucho la composición de Wojciech Kilar que es un compositor que a mí me flipa. Hablando con Juan me dijo “mira Los lobos es una comedia de terror, pero vamos a poner el foco de la música en el terror clásico, sin hacer gags con la música. Debe enfatizar la música de terror”. Y me ceñí tanto que utilicé la misma plantilla orquestal que Kilar en Drácula: mucho metal, con muchos contrabajos, utilicé muchísimo los graves. La grabamos con la sinfónica de Bulgaria que es una orquesta muy potente. Juan me dejó gran libertad y los dos disfrutamos mucho con el proceso de la grabación.
Juan confió totalmente en mí y eso es importante, porque a veces los directores no se fían. Es cierto que el poder de la banda sonora en una película es un arma muy peligrosa.
En el 2015 llega tu segunda colaboración con Miguel Ángel Vivas en Extinction. Es curioso que adoptas un tono muy dramático. Evades la acción y te centras en lo humano. ¿Esto fue idea tuya o lo hablaste con Miguel Ángel Vivas?
Lo hable con él, pero yo lo veía así. Le traje un poco a mi terreno en ese aspecto porque yo creo que la novela en la que estaba basada, Y pese a todo, es una historia triste, es una historia de amistad. Es una peli de zombis pero relativamente, es una peli de zombis pero también hay mucha relación humana y yo hice hincapié en eso. Por ejemplo en Extinction no teníamos muy claro si queríamos música sinfónica o electrónica, entonces hice una bobina de música electrónica y no terminaba de funcionar porque es una película emocional y yo creo que la orquesta le daba eso.
Por ejemplo, en la primera secuencia, empezamos con sonido ambiente que desaparece hasta quedar solo la música, entra entonces la voz de una soprano. Es un momento muy emocional que crea un contraste muy grande, porque el foco se separa de la imagen y se centra en lo humano. Es una de mis secuencias preferidas.
Con Feedback de Pedro C. Alonso vuelves al mundo claustrofóbico de Secuestrados, ya que se desarrolla en el interior de un estudio de radio. ¿Cómo enfocas musicalmente la claustrofobia?
Desde que vi las primeras imágenes de Feedback, las imágenes me parecieron de un virtuosismo, es su primera película pero Pedro ha dirigido mucha publicidad, y me sorprendió su dirección de actores. Y la música, mi forma de trabajar fue parecida a la de Secuestrados, tiene que ser algo muy claustrofóbico. Aparte, hay mucho trabajo con los sonidos de la radio. Me muevo como pez en el agua en este tipo de ambientes, me encuentro cómodo trabajando con espacios pequeños y que la música vaya siguiendo la historia. Soy muy maniático y puedo rehacer una cosa mil veces hasta que la música se solape con las imágenes. MI obsesión como compositor es que cuando el espectador vea la película, tenga la sensación de que la música está desde el principio, que no es una capa que se pone después. Soy muy cinéfilo y disfruto mucho participando en el proceso de creación de una película, me implico mucho.
¿Cuáles son tus próximos proyectos de género?
Es una película que se llama La Jauría, dirigida por Carlos Martín Ferrera, un director catalán con el que trabaje hace años en una película llamada Codi 60 que tenía guion de Oriol Paulo y que hablaba de un caso real en Barcelona, una asesina a la que llamaban la mataviejas. Es un director muy cinéfilo y ama este tipo de género.
Es muy melómano, le gustan mucho las bandas sonoras, y entonces estaba intentando levantar La jauria pero no tenía buenas respuestas de la productoras y entonces dijo “mira yo no aguanto más, voy a producirla” y entre todos hicimos un crowfunding. Se estrenó en Sitges y le gustó mucho a Ángel Sala, pero con todo esto de la pandemia se quedó parada aunque creo que ahora hay una plataforma interesada en ella.
Para mí la premisa es maravillosa: una mañana, en un bosque, aparece un coche con cinco hombres vestidos con traje y amordazados. Se están ahogando porque el coche se llena con el humo del tubo de escape. Cuando la gente la vea les va a gustar. Lo que llamó la atención en Sitges fue el partido que le saca Carlos al interior del coche con una sola cámara.
¿Cuál es tu banda sonora de terror favorita?
Psicosis de Bernard Hermann, no es mi compositor preferido de terror pero si mi composición favorita de terror.
¿Y tú película de terror favorita?
Rosemary’s Baby de Polanski y El exorcista también me gusta mucho.
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