Criminal Audition review

L, J y P se enfrentan a una dura selección: a cambio de mucho dinero deben confesarse culpables de un crimen que no han cometido. Solo uno de ellos valdrá y, para esto, existe un proceso orquestado por un antiguo abogado. Comienza la selección, uno se llevará el castigo y el dinero mientras el resto deberá guardar silencio… Pero el cliente de este caso tiene ideas diferentes respecto al proceso a seguir.

Título original: Criminal Audition

Año: 2019

Duración: 92 min.

País: Reino Unido

Director: Samuel Gridley

Guion: Luke Kaile, Samuel Gridley

Música: Al Anderson, Asa Bennet

Fotografía: Richard Osborne

Reparto: Noeleen Comiskey, Rich Keeble, Luke Kaile, Scott Samain, Rebecca Calienda, Cameron Harris


Original vuelta de tuerca a los dramas policiales.

Cada género tiene sus reglas y dentro de los thrillers podríamos hablar del subgénero “verdadero/falso culpable”, esas tramas policíacas y judiciales en las que hay que dilucidar si es culpable o no… generalmente, si es un falso culpable, va acompañado de linchamientos públicos y mucho drama. Pero ¿Y si en vez de haber un verdadero/falso culpable existiera una tercera clase de culpable, que se ofrece para ser inculpado y debe pasar un casting? Bienvenidos a Criminal Audition.


L, J y P se enfrentan a una dura selección: a cambio de mucho dinero deben confesarse culpables de un crimen que no han cometido. Solo uno de ellos valdrá y, para esto, existe un proceso orquestado por un antiguo abogado. Comienza la selección, uno se llevará el castigo y el dinero mientras el resto deberá guardar silencio… Pero el cliente de este caso tiene ideas diferentes respecto al proceso a seguir.

La película de Samuel Gridley, coescritor del guion junto a Luke Kaile, parte de un giro a priori interesante: preparar a un falso culpable, hacerle comulgar con el asesinato para que, ante la policía, resulte creíble su confesión. Criminal Audition se vende como una historia de humor negro y hay poco de esto, más allá de los primeros veinte minutos, debido a que una vez presentado el equipo de preparación y los posibles culpables, la historia empieza a moverse hacia otros derroteros, acumulando un giro de guion tras otro por temor a que el espectador se aburra – esto es una teoría mía – o que la trama pierda interés. Este cambio de registro hacia lo dramático, aunque mantiene el interés, da la impresión de haber desaprovechado algo que podría resultar mucho más ligero, y original.

La labor de Samuel Gridley tras la cámara es correcta, no hay estridencia de planos ni intenta impactar al espectador con maravillosos y dinámicos movimientos de cámara; la fotografía de Richard Osborne cumple de sobra, aunque tiene cierto aire televisivo, y la música firmada a medias por Al Anderson y Asa Bennet nos regala unos animados títulos de crédito para acto seguido mimetizarse con la imagen y casi desaparecer… Entonces ¿Dónde falla Criminal Audition? En los personajes y el casting.

El guión de Gridley y Luke Kaile presenta un grupo de “profesionales” con poca entidad debido a que parecen improvisar una y otra vez; esta falta de seguridad en los personajes principales se ve potenciada por la presencia de Mrs M y Morris quienes entran en la historia como un elefante en una cacharrería.


En el casting se repiten los errores del guion, especialmente con Noeleen Comiskei como Mrs M ya que su personaje es el que oculta más secretos y, en cambio, la interpretación de Comiskei no deja lugar a dudas que es mala de cabeza a los pies; lo único que falta tras cada una de sus intervenciones es que suelte “Bwahahahah, qué mala soy” mientras de fondo suenan truenos. Rick Keeble como el jefe de la operación está comedido pero al carecer de un personaje con entidad, poco puede hacer. Hay que destacar a Scott Samain como Mo, al que cogí especial cariño, y dejo para el final el mejor personaje que es, a la vez, el mayor error de casting: Luke Kaile como Ryan, quien lleva el peso de la historia sobre sus hombros, pero que es incapaz de hacer creíble.

La película de Samuel Gridley promete algo novedoso en su primera media hora y luego se desvía por un camino ya transitado, una pena porque estas cintas de pocos personajes y escasas localizaciones suelen funcionar como un tiro si están bien realizadas – como ejemplo la brillante e injustamente olvidada Cheap Thrills de E. L. Katz – y aunque Criminal Audition mantiene el interés en todo momento da la impresión de haber desaprovechado una carta que podría haber sido jugada ganadora.

Firma: Javier S. Donate.