The Prodigy review

Sarah y John acaban de ser padres, el bebe nace prematuro pero sin más problemas más allá de eso. Los años pasan y Miles es un chico poco sociable, retraído y, en ocasiones, con un comportamiento muy extraño para su edad. Sus padres le buscarán la mejor ayuda pero nada les ha preparado para lo que descubrirán sobre él.

Título original: The Prodigy

Año: 2019

Duración: 92 min.

País: Estados Unidos

Director: Nicholas McCarthy

Guion: Jeff Buhler

Música: Joseph Bishara

Fotografía: Bridger Nielson

Reparto: Taylor Schilling, Brittany Allen, Jackson Robert Scott, Colm Feore, Peter Mooney, Olunike Adeliyi, David Kolsmith, Mark Sparks


Este chico es un demonio.

Películas de niños que dan mal rollo las tenemos a paladas, a la mente nos vienen rápidamente La semilla del diablo (Roman Polanski, 1968), La profecía (Richard Donner, 1976) o incluso El Exorcista (William Friedkin, 1973) por mentar las más famosas, y con The Prodigy nos llega una muestra más de lo inquietante que pueden llegar a ser uno de estos críos. Aunque si tenemos que compararlo con una película clásica, la más cercana sería Muñeco Diabólico (Tom Holland, 1988).


Sarah y John acaban de ser padres, el bebe nace prematuro pero sin más problemas más allá de eso. Los años pasan y Miles es un chico poco sociable, retraído y, en ocasiones, con un comportamiento muy extraño para su edad. Sus padres le buscarán la mejor ayuda pero nada les ha preparado para lo que descubrirán sobre él.

The Prodigy es un drama familiar de ciencia ficción disfrazada de película de terror, prácticamente se trata de un telefilm con algún momento resultón, pero es una película sin demasiadas ideas ni ganas de desarrollar una historia que termina a la media hora de empezar. Y es que la cinta cuenta con el enigma del porqué del comportamiento del hijo como su mejor baza para despertar la curiosidad del espectador, pero este es desperdiciado cuando se desvela antes de siquiera llegar a la mitad del metraje y pierde toda gracia. A partir de ahí la película va cuesta abajo y sin frenos repitiéndose y reiterándose en algo que el espectador ya ha entendido de sobras sin más profundidad que la suposición de un médico.


Tal vez la cinta no tuviera tanta gasolina para aguantar 90 minutos pero un poco más de atino en el guion de Jeff Buhler habría estado bien. Tampoco ayuda cierta vaguedad en la dirección de Nicholas McCarthy, que no pasa de ser correcta sin tomar ningún tipo de riesgo en momento alguno. Su principal problema es en unos inútiles intentos de asustar al público con unos jump scares (aka bocinazos) absolutamente gratuitos y que en ningún caso hacen mejorar la escena, si acaso lo contrario. A la película le falta mucho para ser una película de terror decente, ni la ambientación es adecuada, ni los personajes interesantes, ni las situaciones están resueltas de manera satisfactoria. En cambio si la catalogamos como un drama familiar podríamos llegar a algún tipo de entendimiento, pues por ahí sí que se le ven ciertas ganas de intentar contar una historia. Película protagonizada por Taylor Schilling (Orange is the New Black) en el papel de la sacrificada madre de Jackson Robert Scott (It), quien hace un buen trabajo sobre todo con sus miradas, puede ser que este chaval tenga un gran futuro por delante. Destacar en un papel secundario a Brittany Allen (What Keeps You Alive, It Stains The Sands Red) quien aunque aparezca en un breve espacio siempre sube la nota general.

La película juguetea a ratos con algo parecido a Hereditary (Ari Aster, 2018) pero con una calidad en general muy por debajo de esta. Aun así la película puede entretener si se dejan pasar algunas cosas y te dejas llevar por la mala baba del chiquillo.

Firma: Oriol Hernández.