Título original: A Ghost Story
Año: 2017
Duración: 87 min.
País: Estados Unidos
Director: David Lowery
Guión: David Lowery
Música: Daniel Hart
Fotografia: Andrew Droz Palermo
Reparto: Casey Affleck, Rooney Mara, Rob Zabrecky, Will Oldham, Liz Franke, Sonia Acevedo
Reflexiona sobre la vida desde la muerte.
Curiosa esta película, sinceramente no esperaba nada más que un melodrama romántico de baratillo, una revisión de la película Ghost (1990) actualizada, con un aire hipster y un par de caras conocidas. Y bueno, en sus primeros minutos nada me hizo cambiar de opinión y sinceramente, no recuerdo en qué momento mi cabeza empezó a entender que podría aprender algo importante de A Ghost Story. Fue más bien un arco, una gráfica ascendente que, con mucha tranquilidad y sobre todo silencio, explica al espectador la importancia de la vida y la de los que están a tu alrededor.
La tranquila vida de una joven pareja se trunca cuando él fallece en un accidente de tráfico. Pero su existencia no termina ahí, su fantasma vuelve a su casa para ser observador silencioso del proceso de duelo de su mujer, y de mucho más.
A Ghost Story es casi una película muda, tampoco necesita demasiado diálogo para comprender la situación, otra cosa sería descifrar la oscura magia que nos hace entender los sentimientos de un fantasma que no deja de ser una sábana con dos agujeros en función de ojos absolutamente inexpresivos. Y no puedes sentir más pena cuando ves que son almas errantes, que la aceptación es un camino a veces, demasiado largo y que se pierde mucho por el camino. No la podemos considerar una película de terror, salvo algún momento aislado (totalmente light), sí es una película peculiar que quiere explicar una historia, hay momentos en los que peca de tomarse demasiado tiempo en algunas escenas para ser poética, pero se comprende su intención.
Dirige y escribe David Lowery, un proyecto muy personal pues ya con siete años rodó un cortometraje basado en la película Poltergeist y con ciertos paralelismos con A Ghost Story. Vuelve al cine donde más a gusto se mueve, en cintas independientes con bajo presupuesto, dejando de lado raros experimentos para grandes compañías como fue Peter y el dragon (2016). Firma su mejor trabajo hasta la fecha con esta historia triste, melancólica y reflexiva, si bien, como he comentado anteriormente, algunas escenas parecen artificialmente alargadas, mostrando la nada y preguntándote más de una vez si la reproducción se ha detenido (y resulta que no). Opta por rodearse de un reparto de lujo, que también acostumbra en colaborar con proyectos pequeños junto al director, como es el caso de En un lugar sin ley (2013) como son Casey Affleck (Manchester frente al mar, Interstellar) y Rooney Mara (Lion, Carol). Cuando decía cómo es posible que una sábana transmita sentimientos ahí entra Affleck, que no puede hacer menos en esta cinta y mostrar más. Ambos intérpretes de solvencia más que demostrada interpretan aquí (sobre todo Rooney) su versión más íntima, cuando no solitaria. No son grandes interpretaciones si nos basamos en la expresividad, son grandes por justo lo contrario, lo que esconden y lo que crees que están pensando.
En definitiva, es una película que recomiendo sin lugar a dudas, pero hazte a la idea de que esta no es una película normal (o convencional si lo prefieres), es lenta, torpe en su ritmo (nada grave)... PERO también es un ejercicio valioso de introspección, de aprovechar el tiempo y poner en una balanza lo que importa y lo que no.
Firma: Oriol Hernández.
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