Título original: Mother!
Año: 2017
Duración: 120 min.
País: Estados Unidos
Director: Darren Aronofsky
Guión: Darren Aronofsky
Música: Jóhann Jóhannsson
Fotografía: Matthew Libatique
Reparto: Jennifer Lawrence, Javier Bardem, Michelle Pfeiffer, Ed Harris, Domhnall Gleeson, Kristen Wiig, Brian Gleeson, Cristina Rosato, Marcia Jean Kurtz
Nunca antes has visto una película así.
Ha llegado, y no sin polémica, la última película de Darren Aronofsky, un director que ha sabido labrarse una carrera con un estilo cinematográfico muy particular, no suelen ser películas muy taquilleras por la dificultad de encontrar una masa de espectadores importante afines a su estilo tan peculiar, pero los cuatro que somos esperamos cada nuevo trabajo suyo con la expectativa de quien espera que la bomba explote. Habla siempre de la vida y la psicología humana, pero desde un estilo muy particular, rozando el videoclip en su vertiente más sesuda y la acrobacia escénica desde el punto de vista de un maníaco. ¿No entiendes nada? Bienvenido a Madre!
Un matrimonio vive tranquilo en una apartada casa que ella misma reconstruyó después de que se incendiara. Ella se desvive por su marido, un famoso poeta con un importante bloqueo creativo, y hace todo lo que está en su mano para que él pueda volver a escribir. Un día, un visitante llega a la casa y él rápidamente le ofrece quedarse un tiempo con ellos.
Vamos a ver, es una de las películas que más me ha impresionado en una sala de cine, y no me refiero a su calidad (que la tiene) sino más bien por el continuo avasallamiento al que el espectador es sometido llegados a cierto punto. Un juego tan surrealista, ofensivo, violento, macarra... no se terminarían nunca las sensaciones que madre! (no entiendo porque se ahorran el “¡” en el título español) es capaz de provocar. Y en esta dinámica es necesario que el espectador entre en ella para así poder disfrutarla en toda su magnitud. No te preocupes si no entiendes nada, al final hay una resolución que más o menos engloba toda la locura que has presenciado, pero no se puede negar que una respuesta tan abrupta trae un ejército de preguntas sin respuesta que te acompañarán el resto de la semana.
Después de ese paso en falso que fue Noé (2014), Aronofsky vuelve a cogerle el pulso y entregarnos una película fácilmente comparable con cualquiera de sus mejores obras como Cisne negro (2010) o Réquiem por un sueño (2000), pero personalmente pienso que no llega a esa pequeña obra maestra que fue El luchador (2008). Con la cámara siempre pegada a Jennifer Lawrence se permite unas virguerías técnicas de alta dificultad, un aprovechamiento del espacio sublime y unos planos secuencia (con trampa) en los que pasa DE TODO. Todo acompañado por grandes piezas musicales de Jóhann Jóhannsson con sonidos metálicos y sucios. Protagonizada de manera magistral por ambos intérpretes, Jennifer Lawrence (Los juegos del hambre, Passengers) y Javier Bardem (Skyfall, No es país para viejos) están perfectos, ella con su faceta menos glamurosa e íntima, una maldita olla a presión que se va calentando a lo largo del metraje, y Bardem me parece que nunca le he visto mejor en ninguna película anterior, no es santo de mi devoción, pero lo que hace en esta cinta es impresionante. Andan por ahí dos veteranos como Michelle Pfeiffer (Batman Returns, Lo que la verdad esconde) y Ed Harris (Snowpiercer, Una historia de violencia) con papeles más pequeños de lo que parecía en un principio pero resueltos con la solvencia habitual propias de dos grandes actores.
Es una película que amarás u odiarás, no creo que exista un término medio. En lo que a mí respecta esta película me impresionó a tal magnitud como hacía tiempo que no ocurría.
Firma: Oriol Hernández.
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