Título original: La Cruz
Año: 2012
Duración: 9 min.
País: España
Director: Alberto Evangelio
Guión: Alberto Evangelio
Música: Damián Sánchez
Fotografía: Nacho Ramírez Antón
Reparto: Ramón Ibarra, Sandra Cervera, Pablo Castañón
No esperes la llamada de mamá.
La violencia de género es un tema que se ha tratado sobradamente en el mundo del cine. No por ello deja de producirnos una extraña sensación de desasosiego, cada vez que asistimos al visionado de una obra que trata sobre ello. Es un terror que te llega de manera directa y te deja un poco con mal cuerpo. No es como las películas de los serial killers, que casi seguro nunca te encontrarás con ninguno a lo largo de tu vida. El maltratador puede ser tu vecino, tu amigo o algún familiar. Está muy cerca de ti. Es como tú.
Podemos dividir el hecho de la mencionada violencia en tres momentos estáticos. Antes de la agresión física, el momento que se realiza la misma y después de haberse efectuado. Las tres son demenciales, pero nos centraremos ahora en esta última. En realidad puede ser la más angustiosa de todas. Ver el resultado final del tránsito de las otras dos, te hace pensar en cual fue el sufrimiento que experimentó la víctima.
Alberto Evangelio se encarga de contarnos todo esto sin concesiones, de manera directa y, podemos decir, que auténtica. En mi opinión deja de lado los sentimentalismos y lo explica todo a través de la acción, con planos muy cortos y sesgados, utilizando además unos diálogos muy inteligentes en los cuales no falta ni sobra nada. Redondo, brutal y trepidante.
Vero está aprendiendo a conducir junto a su padre, al cual no veía desde hacía 4 años. Deciden dirigirse a un paraje conocido como La Cruz, a través de una sinuosa carretera con unas vistas increíbles. El coche se queda atravesado en medio de una curva al tener Vero una visión. La llegada de la policía hace que se desencadenen todos los acontecimientos.
Excelente cortometraje que cuenta con un guión, también de Alberto Evangelio, de alto voltaje y muy bien estructurado. Rezuma calidad en todas sus facetas, ritmo, claridad de ideas, sordidez y terror. Explicar una historia de este calibre en sus escasos 9 minutos es algo sumamente complicado. Aquí se consigue sobradamente, contando con unas interpretaciones que rayan a gran altura. Ramón Ibarra, Sandra Cervera, y en menor medida Pablo Castañón, crean unos personajes muy naturales y creíbles. Están todos ellos magníficos. Destacar también la fotografía de Nacho Ramírez Antón y la música de Damián Sánchez, ambos crean una atmósfera que, a pesar de estar rodada íntegramente en exteriores, parece claustrofóbica.
Para acabar decir que esta obra no sabemos cómo quedaría si se pasara a largometraje. Quizás perdería algo de frescura. Está pensada para el formato del corto y no quiero que esto suene peyorativo. Al contrario, una cinta de estas características encuentra en el cortometraje el medio ideal para ser realizada.
Firma: Josep M. Luzán.
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