Entrevista a Jimina Sabadú, directora y co-guionista de Anatema
¿Qué van a encontrarse los espectadores con tu opera prima?
No lo sé. Le he dado tantas vueltas a la película (en guion, en montaje, en postproducción) que he perdido el criterio por completo. Ojalá se encuentren con una película entretenida que recuerden con cariño. O, por lo menos, que la recuerden a secas. Si además les resulta interesante y/o diferente, ya seré feliz.
Anatema es el tercer título de The Fear Collection.
En efecto. Muy espaciada en el tiempo respecto a las anteriores y con muchísima menos publicidad. El lado bueno es que nadie parece esperar mucho de Anatema. Solo podemos ir a mejor.
El guion está basado en un guion de Elio Quiroga, ¿Qué te llamó la atención del guion original y dónde incidiste con tus cambios?
El guion de Elio lo leyó en un principio Mike Hostench, que es quien estaba detrás del proyecto. Yo les había presentado otra cosa, pero por tiempos y circunstancias no cuadraba. Mike me enseñó este guion y, de entrada, a mí me gusta el universo de Elio. Por un lado era una historia un poco lovecraftiana. Por otro tenía el escenario del Madrid de los Austrias, y dos personajes atípicos (religiosos), además de un punto de cultura pop que me hizo mucha gracia.
Lo primero fue adaptarlo (más o menos) al contexto de producción que teníamos. Que muriera menos gente (moría muchísima), con lo que también había que cambiar algunas cosas de la trama. Pero esta se ha mantenido todo lo intacta que he podido. Poco a poco se convirtió en una película de monstruos. Potencié mucho la parte costumbrista (para horror, a veces, de Sony) y también quise darle un fondo del Madrid bohemio. El guion que filmé está lleno de pequeños guiños a quien le gusten esas cosas. Me haría mucha ilusión que hubiera gente que los detectase. ¿Algún ufólogo en la sala?
Para mí es especialmente reseñable la generosidad de Elio Quiroga. Él es director y escritor, y que de repente llegue una tipa a dirigir su guion podría haberle sentado mal, pero ha sido encantador, un gran apoyo. No se ha metido en nada, pero me ha ayudado en todo. Es una persona maravillosa a la que estaré siempre agradecida. Ahora soy fan y amiga. Yo le considero amigo, por lo menos.
Sorprende que tus guiones anteriores siempre han sido muy “pop” y para tu opera prima ahondas en el terror gótico.
Siempre me ha gustado el terror. Ojalá escriba algún día una película comprometida y muy necesaria, pero solo me salen cosas que nadie necesita. ¿Quién necesita otra película de terror? De unas semanas a esta parte solo quiero ver películas de Bela Lugosi. Quizás el mundo no necesite las películas de Lugosi, pero yo sí. Necesito meterme en un mundo mejor, tenebroso y oscuro, pero mejor. Un mundo de maravillas y no de decepciones.
La pájara era muy pop, pero también muy triste. La máquina de bailar era completamente pop pese al halo de amargura que le imprimió Oscar Aibar (esto lo digo como algo bueno). Fiat Homo (un corto que ahora mismo no está disponible, pero que volveré a colgar) era un fin del mundo en colores saturados, y La siesta del ángel estaba en una línea similar.
Tengo otros guiones escritos que también son de terror, pero de algún modo van en esa dirección. No me gusta el terror azulito (donde todos los personajes llevan ropa suelta, la pared es gris marengo, y nadie parece tener aficiones o siquiera un trabajo).
A la hora de enfocar tu debut como directora, ¿Cuáles han sido los mayores retos que te has encontrado?
Templar gaitas. Eso es lo más difícil. Hacerme respetar por parte del equipo. Hay una parte de inexperiencia que solo suple el oficio, y que no viene en los manuales. Creo que lo más beneficioso para mí ha sido decir claramente cuándo no entendía algo para que no me tomasen el pelo. Afortunadamente había equipos maravillosos dentro del rodaje.
Me hubiera gustado gritar más, pero tengo laringitis crónica y toso en cuanto grito. Ojalá hubiera pedido un megáfono.
Para todos fue muy difícil rodar un guion tan complejo en cinco semanas, con una sola cámara, y con tantas localizaciones y personajes. Íbamos a un ritmo que a veces era insoportable. Para quien no haya visto la película esto sonará a poca cosa, pero no hablamos de una película de dos personas en una habitación. Hablamos de una película con bastantes monstruos, algo de acción, muchos personajes, y unas cuantas localizaciones.
Hay una escena en unos pasadizos que originalmente era más larga, pero que apenas ha sido salvable. Todo el mundo gritaba, todo el mundo estaba crispado, y todo el mundo sudaba. Había gente del equipo con claustrofobia pasándolo mal. Una actriz ( Jennifer Bucovineanu ) estuvo escondida detrás de una tinaja y solo salía para sus planos. Fue la más lista. Ojalá hubiera podido hacerlo yo. Al terminar la jornada estábamos todos llenos de cal, polvo, y telarañas. Si hay un infierno, sin duda está en ese pasadizo.
A nivel técnico te has rodeado de un equipo muy experimentado.
Había equipos muy experimentados. Para arte pude contar con Biaffra y Arri, que son los colaboradores habituales de Alex de la Iglesia y sin los que nada sería igual. Son únicos. Tienen un talento extraordinario, y además hilan muy fino. Tienen buen gusto, cultura, y saben hacerlo todo. Y todavía mejor: son gente sencilla. No van de nada. Eso se transmite también a la gente que forma su equipo (David Torres, Fabiola, Irati, Thelma, David, y una chica que pintaba cuyo nombre ahora no recuerdo…que me perdone).
Luis Ángel Pérez, el director de fotografía, había trabajado con Edu Casanova en La piedad, y yo no le conocía. Me sorprendió lo humilde y tranquilo que era, al mismo tiempo que muy cinéfilo. Se explicaba muy bien y todas las películas que le mencionaba las conocía y le gustaban. Hay directores de foto muy enamorados de lo que brilla. Luis Ángel no es de ese tipo de personas.
Pedratti (Pedro Rodríguez) trabaja también habitualmente con Alex, y su trabajo es increíble. Un tío que aprendió por su cuenta y que ama el cine de terror. Es un tipo muy divertido y resolutivo. Cuando alguien disfruta lo que hace se nota mucho en pantalla.
Y esto por mencionar algunos. Vestuario (Julio Prieto y Estupenda Jones) también eran una maravilla, además de tener sentido del humor. Los últimos días fueron muy cuesta arriba, y Julio de vez en cuando me hacía reír. Lo agradezco mucho. Y Paloma Lozano y su equipo hicieron un trabajo increíble.
Por un lado es tu opera prima y por otro el regreso de Leonor Watling al terror tras Musa.
Siempre pensé que Leonor no iba a aceptar. Hubo varios meses en los que visualizaba una reunión con Maricielo Pajares que sería tras rechazar todas las actrices el papel. ¿Por qué Maricielo? Porque unas cosas hubieran llevado a otra (Todo el mundo que ha coincidido con Maricielo Pajares dice que es muy buena tía). Me veía convenciendo a Maricielo de que todo esto era una buena idea. Pero Leonor aceptó. Los actores tenían que ir a toma única, con muy pocas excepciones. Muchas veces teníamos que pasar a otra cosa sin poder repetir una vez más (la media era de seis tomas, más o menos) y los actores no podían estar mal. Yo, habiendo visto muchas películas de Leonor, no era consciente de la cantidad de drama que había hecho. La mayor parte de su papel es drama. También tiene muchas escenas en las que está escuchando, que es donde un actor se puede caer. Estoy pensando en una película reciente, americana, donde una actriz que yo tenía por buena apenas tiene diálogo. Solo escucha. Pues se me cae. Con Leonor no pasa eso. Además el personaje de Juana, en guion, tenía un punto antipático que me preocupaba. Leonor lo sacó de ahí y lo llevó a un sitio más humano. También es agradable oír su voz al teléfono. Me cae bien esa chica.
Traes de vuelta dos rostros muy populares desde los años 70: Manuel de Blas y Fedra Lorente.
Tenía muchas ganas de que estuvieran en esta película. Con Fedra había trabajado en un piloto de una serie que, de momento, no he podido hacer. Ella me encanta. Todos pensamos en La Bombi, pero Fedra es mucho más que eso. Además de ser una mujer muy inteligente, ha hecho de todo, y es una gran actriz. Me da pena que su papel no sea más largo.
Manuel es un caballero, además de un referente del cine y el teatro. Hace de arzobispo de Madrid. Hablando con él del personaje veía cómo lo construía, con detalles muy pequeños pero muy elocuentes.
Trabajar con ellos es una de las cosas buenas que me llevo de la película.
También apuestas por varios rostros nuevos.
Me encanta poder contar con caras poco (o nada) conocidas. El mundo de los actores es una lotería (para ellos). El talento no te garantiza nada. Puedes ser un inepto y triunfar, puedes tener talento y triunfar. Y puedes ser un inepto a quien no cojan, o un genio al que nadie llame. Algunos de los actores son gente de la que siempre me pregunto por qué no están en todas las películas. Aunque Jaime Ordoñez no es ningún desconocido, me pregunto por qué no trabaja todo el tiempo.
Entre los rostros nuevos citaré a Cova de Alfonso (la bibliotecaria), Mauro Brussolo (Miguel) Jenniver Bucovineanu (la Barragana), y Kayto (el Hombre Perdido) por ser actores que yo pedí específicamente. Ojalá trabajen mucho más. Aunque Kayto tiene otro trabajo, que es el de mago y payaso, con el que le va muy bien.
¿Cómo fue tu trabajo con el grupo actoral?
Más breve de lo que hubiera deseado. Me hubiera encantado tenerles ensayando dos semanas, como en el teatro. Tengo entendido que Almodóvar ensaya un mes con los actores. Bien es cierto que él es Almodóvar y yo una pinchaúvas, pero envidio poder trabajar más con los intérpretes. Los actores lo son todo. Me hubiera gustado estar con ellos hasta que se sintieran plenamente cómodos y no tuvieran ningún miedo. No pudo ser.
Había varios actores (Leonor, Pablo, Jaime) que ya tienen callo. Pero no todo el mundo está en esa circunstancia, y el actor tiene que estar cuidado.
¿Entre tus próximos proyectos barajas alguno relacionado con el terror?
Tengo escritos cinco guiones. Uno de ellos con Eugenio Mira, que es drama suspense, pero ese es para que lo dirija él. El resto, salvo uno, son de terror. Hay uno que voy a empezar a mover según se estrene Anatema. Está inspirado en una pequeña anécdota que me contó un carterista una vez. Un tío guapísimo con el que coincidí de forma completamente casual en 1999. Fue un encuentro que no duraría ni tres horas, con más gente, pero me cautivó. Recuerdo su mirada al contar aquello (una historia de amor, no de fantasmas), rememorando algo que se había ido. No sé cómo se llama ni por dónde para, pero fue un encuentro importante para mí. El guion se llama Arde y no tiene dueño, por si algún productor se interesa.
También estuve el año pasado en Coofilm, una residencia para mujeres cineastas en la que me he sentido muy acompañada y apreciada. Allí escribí La voz de la noche, guion de terror al que le falta todavía una buena vuelta. Ese es un poco más ambicioso y necesitamos mínimo una mansión estilo marbellí.
¿Película de terror favorita?
Es dificilísimo escoger solo una. Voy a citar una que es especial para mí: Creepshow 2. Puede que fuera la primera película de terror que me dejaron ver entera. No es la mejor película de terror de la historia (es que ni siquiera es Creepshow 1, que es bastante superior), pero tiene el inolvidable capítulo de La balsa. Me consta que no soy la única que, cuando nada en un lago, mira con desconfianza la superficie. Quedar, como queda ese capítulo, es difícil. ¿Cuántas películas de terror habremos visto? A veces me pasa que pongo una y al rato me doy cuenta de que ya la vi. Con las buenas películas no sucede eso.
De los últimos años, la mejor en todos los sentidos me parece Host. Ojalá se me hubiera ocurrido a mi.
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