Juego de niños review

Marianne y Jacques son un matrimonio acomodado con dos hijos que viven en un bonito apartamento en París. Un día, llaman a la puerta y Marianne deja entrar a una pareja de ancianos que dice haber vivido allí años atrás. Desde ese momento, empiezan a suceder cosas extrañas…

Título original: Un jeu d’enfants

Año: 2001

Duración: 85 min.

País: Francia

Director: Laurent Tuel

Guion: Laurent Tuel y Constance Verluca

Música: Krishna Levy

Fotografía: Denis Rouden

Reparto: Karin Viard, Charles Berling, Ludivine Sagnier, Aurélien Recoing


El terror de no fiarte de tus hijos en una película correcta con buenos actores.

Niños malos ha habido muchos en el mundo del cine, coger a estos seres supuestamente entrañables y puros y convertirlos en auténticos demonios que te destrozan la vida puede ser casi un subgénero. Un tema que ha tenido muchas y diversas aportaciones como la reciente Tin & Tina (review), El pueblo de los malditos, El buen hijo, ¿Quién puede matar a un niño? y un amplio etcétera. Hoy nos ocupa una cinta francesa de principios de los 2000, que aunque no aporte nada muy novedoso se puede ver y disfrutar.


Marianne y Jacques son un matrimonio acomodado con dos hijos que viven en un bonito apartamento en París. Un día, llaman a la puerta y Marianne deja entrar a una pareja de ancianos que dice haber vivido allí años atrás. Desde ese momento, empiezan a suceder cosas extrañas…

Karin Viard y Charles Berling, actores muy reconocidos en Francia, interpretan a un matrimonio burgués al que aparentemente todo le va bien y que empieza a derrumbarse ante nuestros ojos debido al malestar que les provocan sus propios hijos. Ella, que intuimos que esconde algún secreto, siente que no puede fiarse de ellos y que su pasado está aflorando. Él, empieza a sentir que pierde el control y la cabeza. Ellos dos, sobre todo ella, son quizás lo mejor de la peli. Ella tiene un rostro y una mirada que transmiten muy bien en la cámara el pánico que está sintiendo.

La sensación de que está perdiendo el norte está muy conseguida con escenas como las de la cocina calentando la leche, la llamada al supermercado, los encuentros extraños con hombres… Viard lo interpreta muy bien y los planos que se componen para captar sus emociones están conseguidos. El trabajo de Laurent Tuel en la dirección funciona por su tono de sobriedad. Escenas como la de Berling en el baño o la niña Aude con el secador de pelo dan mal rollo por ser frías, sin aspavientos ni grandes florituras, funcionan precisamente por su austeridad.


Lo que no hace brillar a la película es saber desde el principio como va a acabar (una decisión que no juega a su favor), ya que se nos muestra desde el primer plano de la película. Y aunque es cierto que la cinta tampoco busca sorprender, nos despertaría más inquietud no saber el desenlace. Además, los niños y actores secundarios como el detective parecen forzados y menos buenos que los protagonistas. La sensación de que leen el texto y lo leen regular no ayuda. Y en definitiva, hay cierta sensación de aburrimiento. La misma vida burguesa aburrida que llevan ellos nos salpica de alguna manera, y la película no acaba de ser fenomenal por esa mezcla de déjà vu, ya sé donde vas porque tú mismo me lo has dicho, y has cogido actores reguleros para acompañar a tus protagonistas.

Por todo esto, no supone una grandísima aportación al género “niño cabrón te va a destrozar la vida”, pero tampoco es mala y si os gusta el cine francés de esa época (reconoceréis rasgos de ese estilo) o queréis haceros un monográfico de niños malignos os puede encajar.

Firma: Sonia Antorveza.
@bunyolsdesucre

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