Título original: Una vela para el diablo
Año: 1973
Duración: 90 min.
País: España
Director: Eugenio Martín
Guion: Eugenio Martín, Antonio Fos
Música: Antonio Pérez Olea
Fotografía: José F. Aguayo
Reparto: Judy Geeson, Aurora Bautista, Esperanza Roy, Lone Fleming, Vic Winner, Carlos Piñeiro
Tan violenta y sangrienta como injustamente olvidada.
En los años 70, una de las principales consecuencias de la apertura del régimen franquista al mundo fue la masiva llegada de turistas que no solo trajeron su dinero sino aires de modernidad. Fue durante estos años cuando tuvieron lugar las taquilleras películas del Landismo, donde Alfredo Landa era un “machus ibericus” por el que se pirraban las suecas.
Y en el año 1973, Eugenio Martín dirigió Una vela para el diablo, la contrapartida oscura y femenina del Landismo.
En este pequeño pueblo de España, donde continuamente llegan autobuses repletos de turistas, se encuentra la hostería Dos Hermanas, donde Marta y Verónica regentan el lugar con mano de hierro. Imbuida por un terrible fanatismo religioso y moral, Marta cometerá terribles asesinatos cebándose con las jóvenes visitantes del lugar. Aunque su hermana Verónica intenta detener esta espiral de terror y muerte, el amor fraternal por Marta será un cepo muy peligroso.
Lone Fleming, actriz que interpreta en la película el descocado personaje de Helen Miller y que en la vida real fue mujer del director Eugenio Martin, asegura que esta fue la película de la que más orgulloso se sentía el director. Sorprende que la censura del tardofranquismo permitiera la existencia de Una vela para el diablo ya que toca temas tan espinosos como la represión sexual, la religión castrante, una relación sexual entre una mujer y un joven con gran diferencia de edad y el pago del amor con dinero; como segundo autor del guion encontramos un nombre injustamente olvidado y transgresor para aquella época tan dura: Antonio Fos, quien buscó caminos alternativos al fantaterror de Paul Naschy, dejando de lado las fantasías góticas de este para buscar un terror más cercano y realista, tanto en una de las mejores películas de Naschy – El huerto del Francés - como en la brutal película de Eloy de la Iglesia, La Semana del Asesino. Entre Martín y Fos pergeñan una historia donde la violencia interna asciende peldaño a peldaño, junto con una sorprendente espiral de locura y crueldad. En este sentido atención a la música de Antonio Pérez Olea, con unos aires “españolísimos” mezclados con el órgano de iglesia que representa ese lado oscuro de las hermanas.
La película está repleta de aspereza y amargura. Aspereza por el estilo director que utiliza Eugenio Martín para contar la historia, sin los colores brillantes de Pánico en el Transiberiano, prescindiendo de la elegancia para centrarse en el sudor y una historia que se cuece bajo un sol abrasador potenciado por la fotografía de José F. Aguayo. La amargura surge de esa España paleta, pendiente del qué dirán y sometida por una religión castrante.
Aunque el casting está comandado por la estrella internacional Judy Geeson, lo cierto es que el trabajo de la actriz palidece, tal vez por su personaje o por la interpretación, frente a Aurora Bautista, Lone Fleming y Esperanza Roy, la primera porque es capaz de transmitir una maldad esquizofrénica que da mucho miedo, la segunda por estar en la plenitud de su belleza e interpretar al enemigo de esta España reprimida, y la tercera porque siempre ha sido una gran actriz y como muestra su Verónica eternamente infeliz y atrapada en un mundo cruel.
Es probable que aunque Pánico en el Transiberiano sea la película más conocida de Eugenio Martín, lo cierto es que Una vela para el diablo se erige como la obra más importante dentro de la carrera del director y un título a ser redescubierto y colocado en un lugar preminente.
Firma: Javier S. Donate.
🎬 VOD
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.