Título original: Bram Stoker’s Dracula
Año: 1992
Duración: 128 min.
País: Estados Unidos
Director: Francis Ford Coppola
Guion: James V. Hart, basado en la novela de Bram Stoker
Música: Wojciech Kilar
Fotografía: Michael Ballhaus
Reparto: Gary Oldman, Winona Ryder, Keanu Reeves, Anthony Hopkins, Tom Waits
La última gran película de Francis Ford Coppola.
Dicen que es la más fiel adaptación de la inmortal novela de Bram Stoker y la última gran película de su director Francis Ford Coppola. Un clásico absoluto del cine de terror que ganó 3 premios Oscar y que quedará para siempre en el imaginario de todos.
Jonathan Harker es un joven agente inmobiliario a punto de contraer matrimonio con Mina, su joven prometida. Antes del evento, es enviado a Rumania a conocer al conde Drácula, un misterioso y macabro personaje que cambiará drásticamente su vida…
A pesar de lo inolvidable que es para muchísimas personas, hay algo en el Drácula de Coppola que no comparto, pero vamos a empezar por sus grandezas: su diseño de producción es fascinante, su vestuario inolvidable y su banda sonora es posiblemente de las más sobresalientes dentro del género y del cine en general, seña de identidad de la película y sencillamente perfecta.
El vestuario, diseñado por Eiko Ishioka que se alzó con el Oscar por este trabajo, se recuerda aunque pasen décadas. Los diseños confieren un aspecto tétrico y gótico a la par que moderno a la obra, desde la armadura que lleva Drácula hasta la camisa de fuerza de Reinfield pasando por el traje blanco de Lucy. Todo joyas que sumadas al diseño artístico se convierten en cuadros en movimiento. Ese arranque, que nos cuenta la batalla de Drácula casi a modo de teatro con marionetas, su visita al cine de Londres, el castillo y sus alrededores, todas las decisiones artísticas dan una sensación de cuento tétrico apabullante. Velas, capillas, ajos, todo está cuidado y parece una fábula siniestra. Y si además le sumamos la música de Wojciech Kilar es difícil no quedarse boquiabierto ante tal despliegue.
Para dar vida a los personajes principales se contó con dos iconos de la generación X, Winona Ryder y Keanu Reeves que despegaban como auténticas estrellas en aquel momento, y para los papeles de Van Helsing y Drácula, dos pesos pesados como Anthony Hopkins y Gary Oldman (se dice que este ultimo sustituyó a Daniel Day-Lewis, elección inicial de Coppola). Pero he aquí el problema principal que no me deja disfrutar de esta obra: la química ente Ryder y Oldman es nula. En esencia, Drácula no es solo un cuento de terror, sino una historia de amor. Pero ellos dos, no se aman nada. La cinta tiene cierta carga erótica, sutil, pero se nota que el deseo es algo importante entre los personajes, a menudo relacionado con el acto vampírico de morder. Pero ellos dos, no se desean. Se conoce que se llevaban a matar en el rodaje, pero también lo han hecho otras parejas emblemáticas como Gable y Leigh en Lo que el viento se llevó, y sus personajes deprendían mucha atracción. Aquí no es el caso, y la falta de enganche con la pareja puede llevar al aburrimiento y la perdida de interés.
Si la pasión que lo mueve todo no es creíble, uno acaba apreciando su estética excelente, pero perdiendo la atención. En cada visionado me ha sucedido lo mismo, es hermosa, pero a media cinta me he aburrido.
Aun así, es una obra importante, y como dice Drácula “He cruzado océanos de tiempo para encontrarte”, y es muy probable que esta peli cruce mucho tiempo por los océanos de la historia del cine.
Firma: Sonia Antorveza.
@bunyolsdesucre
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