Título original: Mil gritos tiene la noche
Año: 1982
Duración: 85 min.
País: España
Director: Juan Piquer Simón
Guion: Dick Randall, Roberto Loyola, Juan Piquer Simón
Música: Librado Pastor
Fotografía: Juan Mariné
Reparto: Christopher George, Frank Braña, Edmund Purdom, Jack Taylor
Universitarios en apuros en este slasher ibérico ochentero.
En los primeros minutos de Mil gritos tiene la noche he pensado en CutreCon con una sonrisa en los labios. La intro de la película me ha hecho reír casposamente y me ha llevado inevitablemente a tan querido festival. Y claro, no es casualidad, el director de la cinta no es otro que Juan Piquer Simón, el padre de Super Sonic Man, un hartón de reír de peli que cuenta con todo el sello CutreCon en su ADN (aunque esa no fuera su intención inicial).
Un asesino se dedica a matar jóvenes universitarias con una motosierra por todo el campus. Primero aparece un cuerpo sin cabeza, y poco después, otro cuerpo mutilado en la piscina. A la universidad llega la policía dispuesta a esclarecer el asunto.
En una época en la que ya habían arrasado slashers como Viernes 13 o Halloween, Juan Piquer Simón, director valenciano, decidió hacer esta obra para seguir explotando el género dentro y fuera de nuestras fronteras. Simón siempre tuvo ganas de que el cine patrio trascendiera internacionalmente, y para ello se rodeaba de actores anglosajones y hacía un cine de carácter comercial, con menor o mayor fortuna.
Hay muchas cosas divertidas en Mil gritos tiene la noche: La Complutense es Boston, un doble de Bruce Lee aparece a media peli en una escena que no tiene ningún sentido, hay una especie de Bud Spencer con un ojo chueco que hace de encargado de mantenimiento, y se cortan miembros sin ningún tipo de miramiento desde el primer momento. Por eso y mucho más, es una peli que se deja ver con una sonrisa. Además, no abundan los slashers en nuestro país, Tuno Negro es seguramente el que más nos viene a la mente a todos.
Como otras curiosidades a destacar, el maquillaje y los efectos prácticos resultan muy apañados. La sangre tiene un color demasiado brillante y por lo tanto falso, pero los despieces varios que se suceden en la cinta (la peli se tituló Pieces en inglés) están muy bien resueltos.
Algunas piezas que suenan en la película están tocadas por Claudio Simonetti que ya había firmado la banda sonora de Suspiria por aquel entonces y aparece Jack Taylor, muso del cine de terror que se codeó con Naschy, Jess Franco, Amando de Ossorio, y todos los sospechosos habituales del cine de género de la época en Europa.
En resumidas cuentas, un cine que desprende una mediocridad de lo más entrañable, y que no tiene nada que envidiar a muchas otras menos graciosas e igual de reguleras.
Firma: Sonia Antorveza.
@bunyolsdesucre
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