Título original: Don’t Say Its Name
Año: 2021
Duración: 84 min.
País: Canadá
Director: Rueben Martell
Guion: Rueben Martell, Gerald Wexler
Música: Beau Shiminsky
Fotografía: Douglas Munro
Reparto: Madison Walsh, Sera-Lys McArthur, Julian Black Antelope
Una película demasiado plana y previsible.
Hay películas que me enganchan desde el principio o me van pillando poco a poco, otras que no lo consiguen en todo el metraje y otras que me dan un poco igual. Tras ver Don’t Say Its Name, añadiría una categoría más: la de ¿Qué me quieres contar?
Una joven indígena canadiense muere tras ser atropellada. Acto seguido tienen lugar una serie de brutales asesinatos, que indican la presencia de un depredador. La policía local se ve desbordada por la situación y, por ello, pide ayuda a una joven policía del departamento de pesca y caza para acabar con el depredador… ¿O puede que sea algo sobrenatural?
Debo confesar mi desconcierto mientras veía Don’t Say Its Name, primero por la cantidad de personajes que llenan la pantalla: la policía local, la policía de pesca, el indio guay, el hijo de la policía, la dueña del bar, la madre de la asesinada, el ayudante de la policía, y no dejaba de intentar colocarlos dentro de una historia que es demasiado plana. Sin embargo, el director Rueben Martell, quien también es coguionista junto con Gerald Wexler (que participó en una serie juvenil de los noventa a la que tengo cariño, El club de la medianoche) piensan que el acumular situaciones y personajes ayuda al ritmo pero resulta al revés: entiendo que la conversación de cinco minutos entre una pareja, previa al primer ataque, sea para que conozcamos a los que van a morir y para generar cierto interés, pero que lo hagas con todas las victimas ya es alargar innecesariamente.
La sensación que deja Don’t Say Its Name es de varios guiones que se quitan espacio unos a otros: la intriga policíaca, el drama sobrenatural – que curiosamente me recordaba demasiado a la serie Supernatural - la lectura ecologista, el discurso indígena. Cuando se meten demasiados elementos, estos chocan entre sí pero es que, además, en momento alguno siento tensión o temor por los personajes ya que estoy despegado de la historia.
A nivel técnico la película es correcta, sin más, la dirección de Rueben Martell es convencional y se le ve poco interesado por el elemento acción ya que todos los ataques son clónicos; la fotografía de Douglas Munro es plana y la música de Beau Shiminsky resulta muy poco inspirada y me sacaba todo el rato de la película.
A nivel interpretativo, las actrices Madison Walsh y Sera-Lys McArthur cumplen con sus papeles, pero Julian Black Antelope se me ha atragantado porque tiene un papel de peso y, sin embargo, más bien resulta un peso muerto.
Para mí, Don’t Say Its Name aspiraba a ser una película entretenida, pero siento que no han puesto muchas ganas en conseguirlo.
Firma: Javier S. Donate.
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