Título original: The Car
Año: 1977
Duración: 97 min.
País: Estados Unidos
Director: Elliot Silverstein
Guion: Denni Shryack, Michael Butler, Lane Slate
Música: Leonard Rosenman
Fotografía: Gerald Hirschfeld
Reparto: James Brolin, Kathleen Lloyd, Ronny Cox, R.G. Armstrong
Una divertidísima mezcla entre El Diablo Sobre Ruedas y Tiburón.
Cada vez que veo The Car me sorprende que no tenga más relevancia en el mundo del terror y aún me resulta más sorprendente que fuera nominada a tantos razzies el año de su estreno.
En este pequeño lugar de Utah, las muertes solo ocurren por vejez o aburrimiento. La llegada de un extraño coche a las carreteras de la zona, y las crueles muertes que deja a su paso, harán que comience una persecución que llenará el pueblo de cadáveres.
De acuerdo, The Car es un exploit que une dos grandes pelotazos de Steven Spielberg: la TV movie que tuvo tanto éxito que se estrenó en cine que es Duel/El diablo sobre ruedas, y el taquillazo que lanzó la carrera de Spielberg, Tiburón/Jaws… Pero dejando a un lado esto, The Car es posiblemente uno de los pocos exploit capaz de sostener la mirada a sus originales.
No estamos ante un intento descarado de rentabilizar el éxito de algún blockbuster, esto no es una película italiana de los 80, sino que encontramos a un equipo técnico y artístico más que competente. Tras la cámara el director Elliot Silverstein, quien dirigió un western extremadamente violento como Un hombre llamado caballo y que aquí imprime un ritmo endiablado. Silvestein y un director de fotografía todoterreno como Gerald Hirschfeld consiguen el milagro de convertir un lugar tan inane como Utah en un inmenso mar que oculta un coche asesino; atención a las estelas de polvo y destellos que anuncian la llegada de la amenaza, nada que envidiar a cuando el Jefe Brody oteaba el mar en Tiburón.
Al guion encontramos tres nombres con bastantes éxitos de público y crítica a sus espaldas como son el dueto Denni Shryack/Michael Butler – quienes escribieron dos de las mejores películas con Clint Eastwood como son El Jinete Pálido y Ruta Suicida – junto a Lane Slate. Entre los tres consiguen este lugar tan aburrido y polvoriento, cuyas carreteras siempre están vacías, se convierta en una trampa mortal, y esto lo logran de dos formas: generando una trama que va subiendo su apuesta con cada nueva muerte, algunas muy ingeniosas, y presentando con rapidez un micro grupo protagonista que permanece en la retina del espectador. Tal vez se le podría achacar la inclusión de una pequeña trama que involucra al pueblo navajo que no aporta mucho y desaparece con rapidez.
El casting está repleto de nombres de segunda fila pero que funciona como un reloj, ya que James Brolin está perfecto como ese jefe de policía tan vulgar como resolutivo, es una pena que Kathleen Lloyd no consiguiera una carrera de mayor relevancia ya que su presencia es superfresca y da carne al mejor personaje en The Car; Ronny Cox, antes de ser el malvado de Robocop, interpreta a un policía torturado en exceso mientras R. G. Armstrong da mucho asco como Amos, un auténtico hijo de perra.
The Car es un exploit, lo reconozco, pero no solo alcanza cierta originalidad en su trama sino que tiene una cualidad que le aparta de muchas películas similares: encuentra su propia voz y ritmo.
Firma: Javier S. Donate.
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