Un niño llamado Carlos llega a un orfanato de huérfanos de víctimas republicanas de la Guerra civil española, de primeras piensa que su mayor dificultad será encajar entre sus nuevos compañeros, lo que no puede imaginar este joven es que el orfanato está habitado además por el fantasma de un niño que ocupó esta estancia con anterioridad y que parece tener que contarle algo.
Título original: El Espinazo del Diablo
Año: 2001
Duración: 106 min
País: España
Director: Guillermo del Toro
Guion: Guillermo del Toro, Antonio Trashorras & David Muñoz
Música: Javier Navarrete
Fotografía: Guillermo Navarro
Reparto: Marisa Paredes, Eduardo Noriega, Federico Luppi, Fernando Tielve, Íñigo Garcés, Irene Visedo, José Manuel Lorenzo, Francisco Maestre, Junio Valverde
Una historia fantástica de terror y postguerra.
Son infinitas las películas que se han llegado a realizar en el marco de la maldita Guerra civil española, en su mayoría y por suerte de índoles variadas siendo el humor negro y el drama dos de sus protagonistas pero también como en el caso del guionista mejicano del que hoy hablamos que supo meter cuchara tanto con esta obra como con El laberinto del Fauno y aprovechar ese periodo, previo y post para infiltrar sus cuentos de ciencia ficción y terror.
Un niño llamado Carlos llega a un orfanato de huérfanos de víctimas republicanas de la Guerra civil española, de primeras piensa que su mayor dificultad será encajar entre sus nuevos compañeros, lo que no puede imaginar este joven es que el orfanato está habitado además por el fantasma de un niño que ocupó esta estancia con anterioridad y que parece tener que contarle algo.
Corría el año 2001 cuando se estrenó la coproducción española-mexicana con mejor título que se haya podido dar a una película de cine fantástico o terror, El Espinazo del Diablo. El responsable tras esta obra, su director no era otro que el que es conocido en la actualidad por absolutamente todo el mundo, el creador de un universo propio donde la fantasía oscura y el terror son su firma, el gran en todos los sentidos Guillermo del Toro, quien a estas alturas ya había impresionado con su ópera prima y obra de culto en la actualidad Cronos y con otra película que a título personal me dejó bastante marcado Mimic, un film de terror comercial de aquellos maravillosos noventa con una trama de subsuelo que convertía a esta película en un trabajo personal con los recursos de Hollywood, al menos así lo recuerda aquel chaval que con diez años dejó atrás parte de su etapa de la infancia en aquel cine.
Del que hablamos hoy es su tercer largometraje, una obra colocada magistralmente en un marco casi de inicio de postguerra o fin de guerra según se prefiera, en que como buen creador de ambientación que es el autor, será un elemento indispensable de tensión y no de elemento banal en la historia que añade valor empírico, siendo esta una historia realmente interesante más por los elementos que le envuelven y la manera en que están contadas que por la trama principal, como ejemplo mencionaré el elemento que representa un gran bomba que preside la plaza central del orfanato a modo de amenaza constante, un objeto que tiene en si misma más historia que algunos secundarios en otras películas. Un film surtido de reflexiones abiertas para los más audaces sin repercutir en el ritmo de la película y el entretenimiento de esta, siendo una obra de magnífico ritmo que se va complementando con las intrahistorias de los propios personajes a quienes les vamos a ir viendo la personalidad y las intenciones.
Estos personajes están presididos por la interpretación de varios niños, en ese momento no en la actualidad está claro, Fernando Tielve quien se defiende bastante bien en casi todas sus apariciones como Carlos e Íñigo Garcés correcto en sus aportaciones. El elenco de los adultos está presidido por una sobria Marisa Paredes, un joven y alocado Eduardo Noriega, y un experimentado Federico Luppi quien trata de poner cordura en la historia, también tiene sus momentos Irene Visedo como secundaria más principal, siendo en líneas generales un éxito de equipo de interpretación teniendo en cuenta el protagonismo de los más pequeños.
Como única nota negativa mencionaré el CGI pienso que incluso para la época es muy mejorable, y francamente vista con la perspectiva del tiempo es muy notorio, en cualquier caso una lástima que con las pocas ocasiones en que se utiliza de manera principal en pantalla no termine de funcionar.
Un trabajo como podréis observar muy en la línea de lo que nos tiene acostumbrados treinta años después en su carrera su guionista y director, nadie que le conozca se va a ver sorprendido, pero nadie a quien le guste su estilo debe permitirse no ver esta película. Una historia muy bien ambientada con un final maravilloso que roza la poesía.
Firma: Gerard FM.
@tmagerard
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