Agustí Busom y Coure ofrecen el concierto inaugural de Cryptshow Festival
Todavía con la música en mi cabeza después de asistir a la alucinante proyección de La Pasión de Juana de Arco (La Passion de Jeanne d’Arc. Carl Theodor Dreyer, 1928) acompañada por la actuación en directo de Agustí Busom y el grupo Coure, llego a casa con la necesidad de escribir cuatro letras sobre ello, aunque ya de entrada pienso en la dificultad de transcribir con palabras lo que se ha vivido esta noche en el Teatre El Circol, dentro de la 15ª edición del Cryptshow, pero lo vamos a intentar.
De entrada y una vez superadas las dificultades propias de la organización en los tiempos que corren, poder disfrutar en pantalla grande de una obra maestra del cine de todos los tiempos es todo un privilegio. Las imágenes, de una gran crudeza y al mismo tiempo belleza rozando la poesía, nos relatan el fin de los días de la Doncella de Orleans. Eran otros tiempos y la Guerra de los Cien Años hizo estragos en Francia. Juana de Arco luchó contra la dominación inglesa de su país, afirmando haber tenido visiones místicas que le impulsaban a intervenir en tan cruenta guerra. Finalmente fue entregada a los ingleses que, tras un juicio algo dudoso, acabó condenada a morir en la hoguera. Dreyer realizó una de sus obras cumbre que mezcla un realismo exacerbado junto a un expresionismo que crearía escuela.
Las bandas sonoras en multitud de ocasiones se convierten en auténticas obras de culto. Ejemplos hay muchos y están en la mente de todos, así que me ahorraré nombrar a algunas. Pero claro La Pasión de Juana de Arco es una película muda y la podemos adornar con la música que mejor nos parezca. Hoy hemos vivido algo que, es una lástima, no ha quedado grabado y eso que estamos en la era de la tecnología, por lo tanto solo el numeroso público asistente ha podido disfrutar de una mezcla entre imágenes y música que podríamos calificar como perfecta. En algunos momentos de la proyección el ensamblaje ha sido tan sublime que hasta se te ponían los pelos de punta.
Al inicio del film ya hemos empezado a sospechar por dónde irían los tiros, aunque el maestro Agustí Busom se ha empeñado una y otra vez en darnos esquinazo. Las primeras notas que jugaban con el free jazz, algo parecido al tipo de música del grupo nórdico Atomic, daban paso al más puro rock progresivo de épocas pasadas, pero que cada vez que se escucha se nos mete dentro como un martillo pilón que nos sacude entero. Entre tanto aluvión sonoro, algún descanso que servía para introducir tamices sonoros como podía ser la voz utilizada como un instrumento más de Agustí. El climax llega en la escena del sacrificio en la hoguera de nuestra heroína. A partir de aquí un in crescendo que nos deja, así de claro, anonadados.
Para terminar comentar que es todo un acierto programar dentro de cada edición del Cryptshow un evento de estas características. Sirve para dos cosas. Primero para poder ver títulos, que no por ser muy antiguos dejan de ser interesantes, en una gran pantalla. Segundo, y no menos importante, poder disfrutar de una música en directo que tiene como leitmotiv precisamente la película que estamos visionando y que llega, como en esta ocasión, a lo más profundo.
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