De las historias de fantasmas irlandeses en The Canal, a una road movie americana de terror en Son. ¿Qué te lleva de un país a otro?
Realmente no es que quisiera cambiar de localización, es solo que Son no podía rodarla en Irlanda porque es demasiado pequeña para una road movie; para Son necesitaba espacio e Irlanda es tan pequeña que en poco tiempo ya has ido de una punta del país a la otra.
También buscaba la atmósfera donde cualquier cosa puede ocurrir, incluyendo demonios y monstruos, y el Misisipi era perfecto con esa atmósfera gótica y esa religiosidad extrema porque todos creen en Dios y con todas esas religiones creen también en diablos y demonios. Tenía la impresión en que cualquier cosa podría ocurrir en esa zona de América.
La producción es europea pero con una pequeña participación de dinero americano. Y para mi tenía que rodarla allí porque no funcionaría en cualquier otro sitio.
En Son tenemos esa sensación de que nos dirigimos al infierno, y esto se nota en los moteles que visitan, donde cada uno es peor que el anterior. ¿Fueron construidos o los encontró el equipo de localización?
Si, era justo lo que quería: que fuera un viaje hacia el infierno, quería un aire a las ilustraciones de Norman Rockwell y convertirlo en un Taxi Driver en el interior de América. Todos los interiores de los moteles fueron construidos. John Leslie, el diseñador de producción y yo íbamos modificándolo para que fuera un descenso hasta el último motel con esa inmensa fábrica detrás, los ruidos continuos y el aceite que cae por las paredes.
Cualquier padre y madre haría lo que fuera por su hijo. ¿Cómo creaste el personaje de Laura, que interpreta Andi Matichack?
Vino de una historia real. Cuando mi primer hijo nació, fue un nacimiento muy complicado, y tanto yo como mi mujer estuvimos mucho tiempo preocupados por él; ahora está bien pero fueron muchísimas noches sin dormir, debido a que no paraba de llorar.
Los lazos entre madre e hijo son muy especiales y empecé a pensar: una madre haría lo que fuera por su hijo si este enfermara. Como padre, te sientes completamente abandonado cuando tu hijo enferma, y eso no está muy lejos de lo que aparece en la película: una madre que alimenta a su hijo con lo que necesita.
El culto que aparece en la película tiene aire a los cultos americanos de los años setenta. ¿Cuál fue tu inspiración para crearlo?
Creo que todos hemos oído esos mitos, o esas historias reales de los cultos de los setenta, así que no tienes que hacer una investigación muy profunda. Creo que los cultos en las películas son como los vampiros, no hace falta que des muchas explicaciones y al mismo tiempo tampoco quería enseñarlo para jugar con lo que es real o no en la mente de Laura, esas teorías de conspiración acerca de cultos controlando el mundo en secreto.
Pero si, me interesa todo ese mundo del culto de los setentas, el elemento del pánico satánico y, la verdad, a quien no le gusta un buen culto (risas).
El personaje del hijo, interpretado por Luke David Blumm, se mueve entre lo adorable y lo monstruoso. ¿Cómo lograste este nivel?
El casting fue muy complicado, hasta quinientos niños, porque yo no quería un “niño de película” sino un “niño real”, necesitaba un personaje totalmente creíble que pudiera caer bien al espectador. Luke no era muy diferente delante y fuera de la cámara, tiene mucha naturalidad.
Su padre es fantástico, actúa como su acting coach. Al mismo tiempo que audicionaba niños, también audicionaba a los padres porque vas a necesitarlos para que te ayuden con sus hijos; y la verdad es que Matthew, el padre de Luke, entendió lo que necesitaba y cuando Luke venia al rodaje ya estaba preparado para las secuencias de ese día. Luke es un actor natural, tanto a nivel físico como emocional.
Pero cuando dirijo a los niños, tanto en The Canal como en Son, siempre intento que sea un juego para ellos. Ninguno sabía que estaba rodando una película de terror, y cuando había sangre o gore o FX, se les explicaba la mecánica para que fuera real para ellos.
Has rodado drama, western, terror… ¿En qué género te sientes más cómodo?
Mi padre era como una enciclopedia del cine, le encantaban los western pero también me descubrió a Ingmar Bergman y todo tipo de géneros, pero en los videoclubs yo siempre me iba a la sección de terror. Mi gusto es muy ecléctico, amo las películas y al final de mi carrera me gustaría mirar hacia atrás y ver que he hecho todo tipo de géneros, pero creo que el terror te permite hacer una serie de cosas, como generar imágenes extremas, y aterrorizar a la audiencia también con imágenes y sonidos. Creo que el terror tiene la lógica del sueño, la sensación de estar en un sueño, eso no puedes hacerlo con otros géneros.
¿Cuáles son tus próximos proyectos?
Tengo varias cosas, he aceptado la oferta para dirigir una película, When I’m Gone que es uno de los mejores guiones que jamás he leído. También estoy escribiendo una película de terror de nuevo ambientada en Estados Unidos y que es un proyecto muy ambicioso.
¿Película de terror favorita?
¡Hombre, eso no puedes preguntármelo! Si me preguntas mañana te daré otra respuesta pero hoy te digo dos: The Fly de David Cronemberg, es una película perfecta, no hay un solo momento de más en toda la película, tiene unas interpretaciones maravillosas. Para mi es una película que habla sobre la enfermedad y la vejez. Y también adoro The Shining, porque es pura atmósfera, tal vez no sea tan terrorífica pero eso no es lo importante.
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