Título original: Invasion of the Body Snatchers
Año: 1978
Duración: 115 min.
País: Estados Unidos
Director: Philip Kaufman
Guion: W.D. Richter
Música: Denny Zeitlin
Fotografía: Michael Chapman
Reparto: Donald Sutherland, Brooke Adams, Leonard Nimoy, Veronica cartwright, Jeff Goldblum
La mejor película de los ultracuerpos.
Es curioso que tanto el original de 1958 como el remake – aunque yo más bien lo considero una nueva adaptación de la novela de Jack Finney – están realizadas por directores que solo han tenido este encuentro con el género del terror. Y, sin embargo, tal vez porque lo enfocaban con un punto de vista que no es de género, su trabajo es admirable. Tras el director de la violencia Don Siegel llega el turno a un creador más esteta y cerebral como es Philip Kaufman.
Algo ocurre en la ciudad de San Francisco y Matthew Bennel, un irritante funcionario de Sanidad, se verá envuelto cuando su compañera Elizabeth Driscoll asegure que su marido ya NO es su marido. ¿Es todo una alucinación de Elizabeth o, por el contrario, es parte de un plan mayor?
En los años setenta el cine estaba girando hacia la denuncia social, comprometiéndose más con una sociedad en crisis, y por ello el guionista W. D. Richter – que años después escribiría esa delicia de John Carpenter llamada Big Trouble In Little China – mueve la historia de un lugar donde todo el mundo se conoce, el pequeño pueblo de Santa Mira, hasta una ciudad como San Francisco donde uno puede ser todo lo anónimo que desee; hay cierta denuncia contra la deshumanización, el hacinamiento y la perdida de la individualidad… elementos cotidianos que sin ser de terror pueden llegar a dar mucho miedo
El tono de Philip Kaufman es lento, a veces resulta demasiado expositivo, pero en repetidos visionados uno irá descubriendo como gira el concepto del “otro” que se va imponiendo a la sociedad: esta invasión silenciosa y pacífica, aunque imparable, tiene lugar alrededor de los protagonistas que, como todo el mundo en la ciudad, tienen sus propios problemas y solo descubrirán la amenaza cuando el número de los ultracuerpos haya llegado a la masa crítica y sean los humanos quienes se han convertido en “los otros”. La fotografía de Michael Chapman, quien ya había trabajado en otras películas urbanas como Taxi Driver o Hardcore, imprime el tono de thriller urbano que la historia necesita ya que cuando los personajes huyan, la ciudad se convertirá en un laberinto repleto de sombras del que es difícil escapar; dentro de tantas secuencias para el recuerdo, el movimiento en el que Donald Sutherland intenta ponerse en contacto con las autoridades: agobiante.
Antes de pasar al trabajo actoral, mencionar la extraña pero hipnótica música de Denny Zeitlin, pianista de Jazz que solo trabajó para el cine en esta ocasión, y el increíble trabajo del equipo de sonido, con el diseño de Ben Burtt, que a lo largo de la película van enrareciendo las pistas de sonido hasta convertir San Francisco en un monstruo caótico. Y el grito creado para Invasion of the Body Snatchers ya es un ícono del género de terror.
Donald Sutherland y Brooke Adams llenan sus personajes, les dan su carne e implican al espectador con sus desventuras; la pareja coprotagonista, Jeff Goldblum y la eterna sufridora Veronica Cartwright, funcionan como los perfectos acompañantes del infortunio. Leonard Nimoy, como el psiquiatra David Kibner, consigue recordarnos que era un gran actor más allá de su icónico Doctor Spock de Star Trek.
Por cierto, si no has visto la última secuencia de esta película te has perdido uno de los finales más terroríficos, plagiados y parodiados de la historia del cine.
Ahí lo dejo.
Firma: Javier S. Donate.
🎬 VOD
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