The Lighthouse review
Título original: The Lighthouse
Año: 2019
Duración: 109 min.
País: Estados Unidos
Director: Robert Eggers
Guion: Max Eggers, Robert Eggers
Música: Mark Korven
Fotografía: Jarin Blaschke
Reparto: Willem Dafoe, Robert Pattinson, Valeriia Karaman
Impactante título que raya la perfección.
Las etiquetas en ocasiones pesan mucho. A The Lighthouse se le podría endosar la de cine experimental aunque esto, en nuestra opinión, se aleja bastante de la realidad. Tampoco penséis que sea una película que podamos catalogar de corte clásico. Contiene elementos que nos pueden llevar a engaño, por ejemplo que esté rodada en un impoluto blanco y negro o que la pantalla se quede reducida a un 4:3, cosas que en lugar de ir en contra engrandece una obra que podríamos calificar de perfecta.
Dejando aparte esos apuntes más técnicos indicar que los elementos que podríamos valorar como más importantes dentro de un film, como podrían ser historia, guion, interpretaciones, efectos especiales, diseño de la producción y dirección, colman nuestros más bajos instintos en cuanto a calidad. Ahora estaréis pensando que puede que no sea para tanto, pero solo comentar que hacía tiempo que no disfrutábamos tanto dentro de una sala. En contraposición a esto, es un film que, según hemos podido comprobar, provoca diversidad de opiniones, cosa que suponemos hará saltar el resorte de la curiosidad de los más adictos al cine.
Todo esto lo hace a través de una historia que no por ser sencilla en su planteamiento inicial, deja de sorprendernos en toda su duración, alternando momentos de alta tensión con otros más dramáticos que no hacen más que engrandecer el resultado final.
Thomas y Ephraim toman el relevo en el mantenimiento de un faro situado en una isla de Nueva Inglaterra en 1890. La relación entre ellos no es todo lo fluida que tendría que ser.
El pilar fundamental de la cinta es la relación entre los dos protagonistas, interpretados maravillosamente por un excelso Willem Dafoe y por un sorprendente Robert Pattinson. Los diálogos que les toca soltar son de aquellos que uno tendría que grabar y pasárselos de vez en cuando como penitencia o redención, recordando vagamente al universo del gran Orson Welles, ayudado esto último por unos planos de picados y contrapicados puestos, eso sí, con mucho mimo.
El salto que da Robert Eggers en esta producción es como si un atleta pasara de hacer los 100 metros en 12 segundos a 9,58 en tan solo tres meses. Esto tiene el peligro que bajar de esa barrera en estos momentos se nos antoja como imposible, pero tiempo al tiempo. No hay que olvidar que partíamos de un título tuvo tanta notoriedad como The Witch: A New-England Folktale (2015), aunque entre ellas no tengan ningún punto en común.
No podemos obviar algunos detalles que no hacen más que engrandecer esta película, como podrían ser unos efectos de sonido que ponen los pelos de punta a pesar de ser muy repetitivos, y las abundantes referencias a la mitología marina y a otra fauna que pulula por la zona, con alguno que otro homenaje no sabemos si hecho a propósito, pero que queda óptimo.
Me he estrujado el cerebro intentando no dejarme llevar por la euforia tras su visionado. Con una opinión muy personal decir que el final podría haberse acortado un poco, minutos solamente, con una escena de aquellas que se te queda grabada para siempre estando magistralmente rodada.
Para acabar decir que es una producción altamente recomendable para todo aquel que le guste ver un tipo de cine que va más allá de lo estrictamente visual.
Firma: Josep M. Luzán.
@Josep_Luzan
🎬 VOD
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