Título original: Midsommar
Año: 2019
Duración: 145 min.
País: Estados Unidos
Director: Ari Aster
Guion: Ari Aster
Música: Bobby Krlic
Fotografía: Pawel Pogorzelski
Reparto: Florence Pugh, Jack Reynor, Will Poulter, William Jackson Harper, Ellora Torchia, Archie Madekwe, Vilhelm Blomgren, Julia Ragnarsson, Anna Aström
Flipante surrealismo psicotrópico.
El año pasado nos llegó una película que no dejó indiferente a nadie en su máxima expresión. Hereditary era una película de terror, muy oscura, inquietante y rocambolesca que dejó al público estupefacto. Y no me refiero a que todo el mundo le encantara, de hecho polarizó totalmente a los espectadores, al final era un “o la amas o la odias” entre los que vieron una absoluta maravilla y los que consideraron que les estaban tomando el pelo. Pero, tal vez a razón de ello, la expectación para su segundo largometraje ha sido total. Toca ver qué nos quiere contar esta vez Ari Aster.
Dani está destrozada tras la muerte de toda su familia. Los amigos de su novio Christian proponen ir de vacaciones a Suecia, a un retiro espiritual de una especie de comuna hippie de donde procede uno de ellos aprovechando que van a celebrar el solsticio de verano. Al llegar ahí encuentran que es algo más que extraño todo ello y los rituales se van sucediéndose hasta llegar a extremos brutales.
Las comparaciones con su anterior cinta son inevitables pues la dualidad que existen en ambas es total, donde una era oscura y tenebrosa esta es luminosa e incluso cómica. Una es agobiante y sucia, ésta está llena de espacios abiertos y todo es bonito. Pero quitando estas capas estéticas estamos ante dos películas muy similares, tanto en el campo argumental (con sus diferencias) como en el sobrecogimiento que transmite al espectador. Hay escenas bastante intensas que no se cortan un pelo en mostrártelo todo, como en el estrés e intensidad que son un in crescendo constante hasta llegar a un clímax en el que has sido atropellado por los acontecimientos.
Hereditary estaba repleta de planos diferentes y tomas extrañas que encajaban bien con lo que acontecía pero vemos cierta repetición al respecto en Midsommar, lo que parecía un recurso estético ha resultado ser un estilo propio del director. No es una cosa que demerite nada pero habrá que ver qué tipo de lenguaje utilizará en el futuro cuando se aleje del terror (si es que lo hace). También se asemejan mucho en aspectos técnicos, como en la música original aunque sea de dos compositores distintos (en este el compositor es Bobby Krlic). Mención especial al diseño de producción y estética del film, seguramente la película más bonita que veremos este año. En el campo negativo se le achaca una duración excesiva, con un ritmo tan lento y una introducción tan larga van hinchando el minutaje que llega a las dos horas y cuarto cuando se podría haber suprimido fácil media hora sin que nada se hubiera resentido. Otro problema sería las más que evidentes referencias que utiliza Aster, bastante evidentes para todos. Una cosa menor pero que a mí me pone los bellos de punta es que personajes con el sueco como lengua nativa hablen entre ellos en inglés sin demasiado motivo, esto abstrae de la ambientación al espectador cuando no cuesta nada poner unos subtítulos.
Protagoniza una estupenda Florence Pugh (The Falling, Lady Macbeth) quien realmente se come la película, un personaje que no es precisamente perfecto y que, en momentos, puede causar antipatía pero precisamente por esto su interpretación es tan celebrada. Jack Reynor (Free Fire), William Jackson Harper (The Good Place) y Will Poulter (Black Mirror: Bandersnatch) interpretan al grupo de amigos con un claro mensaje que los propios estadounidenses admiten sin demasiado rubor en sus películas, como turistas son horribles, irrespetuosos, críticos, y no tienen problema en irrumpir en lugares en los que no deberían. El problema es que en este caso lo hicieron con la gente equivocada.
Midsommar no hará cambiar de opinión a nadie. Quien disfrutara con Hereditary lo hará con esta, y exactamente lo mismo en el caso contrario. Supongo que quedará por ver, cuando se atreva a contar nuevas y diferentes historias, de qué madera está hecho.
Firma: Oriol Hernández.
@Oriol_TW
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