Cadáver review


Megan es una antigua agente de policía que dejó su trabajo a raíz del asesinato de su compañero de patrulla, para levantar cabeza y tras un pasado turbio con la bebida iniciará un nuevo trabajo como responsable forense en el turno de noche en una morgue. Poco tiempo tendrá que pasar para darse cuenta que no todos los cadáveres están muertos.

Título original: The Possession of Hannah Grace

Año: 2018

Duración: 85 min.

País: Estados Unidos

Director: Diederik Van Rooijen

Guion: Brian Sieve

Música: John Frizzell

Fotografía: Lennert Hillege

Reparto: Shay Mitchell, Grey Damon, Kirby Johnson, Nick Thune, Louis Herthum, Stana Katic, Maximillian McNamara, Jacob Ming-Trent, James A. Watson Jr.


Un descafeinado film de terror con una morgue como telón de fondo.

Parecen estar de moda las morgues y los cadáveres que resucitan en este escenario, viene siendo habitual encontrar cada cierto tiempo una de estas películas que parecían haber desbloqueado otra subdivisión dentro del género de terror y más propiamente dicho, dentro de las películas de muertos vivientes. Lamentablemente ésta nueva entrega carece de los elementos que hicieron de las películas que comentaré más adelante, entregas de interés. No solo carece de esos elementos sino que tampoco cuenta con imaginario propio para sorprender o al menos enganchar al espectador, púbico novel incluido.


Megan es una antigua agente de policía que dejó su trabajo a raíz del asesinato de su compañero de patrulla, para levantar cabeza y tras un pasado turbio con la bebida iniciará un nuevo trabajo como responsable forense en el turno de noche en una morgue. Poco tiempo tendrá que pasar para darse cuenta que no todos los cadáveres están muertos.

The Possession of Hannah Grace, es el título original de la película, mucho más acertado por cierto que Cadáver que además de ambiguo y genérico no le hace justicia. En el prólogo, antes incluso de que salga el susodicho título impreso en pantalla, el guionista Brian Sieve, tiene a bien y diría que es su único acierto, el romper con una escena de exorcismos realmente interesante, una escena que te pega a la butaca y te crea unas expectativas que más adelante veremos que nada tienen que ver con lo que ha decidido filmar Diederik Van Rooijen. Es una escena muy interesante que bien merece ella sola las dos estrellas que tiene la review, no solo por la acción y el terror contenida en ella, sino también porque abre la posibilidad a un escenario en un cruce de subgéneros a medio camino entre las películas de posesiones y las de muertos vivientes. Teniendo ésta original idea, (aunque ya hemos visto con anterioridad alguna otra película con elementos similares, no los recuerdo tan explícitos como este caso) parece que nada pueda fallar, pero no solo no falla, sino que nunca se crea, pues tras ver como he dicho el título en pantalla, automáticamente pasamos a visualizar otro film diferente.

En este irreconocible nuevo inicio tras este esperanzador prólogo, se nos presenta el personaje de Megan interpretado por la actriz Shay Mitchell, quién no luce especialmente, no tanto por su calidad como actriz sino por lo realmente pobre que son las líneas que estructuran su personaje, extremadamente sencilla historia de personaje con un problema a redimir, que hemos visto una y mil veces y que por supuesto no nos interesa en absoluto, todo ello en un ejercicio fallido para tratar de generar una empatía con el personaje protagonista antes de hacerla pasar por un calvario. Tampoco ayuda en absoluto que los personajes que van apareciendo en la historia sean clichés de otros personajes de films de baja categoría en cuanto a calidad e interés se refiere, así como sus escasas apariciones en pantalla que solo valen para constatar lo vacío y ridículo de sus personajes, recuerdo en concreto un susto del personaje interpretado por Maximillian McNamara, Dave, que demuestra en una sola escena lo que estoy contando.


Dicho todo esto y con la premisa de el exorcismo más lo que estaba por llegar en la morgue según sabía por la propia sinopsis que leí en su momento, y que había despertado absolutamente todo mí interés, pues las últimas películas que recuerdo del estilo y que además recomiendo para el que no las haya visto, como son El cadáver de Anna Fritz de Hèctor Hernández Vicens, (2015) y La autopsia de Jane Doe, de André Ovredal, (2016), que sorprendieron y demostraron que con un buen guion no hacía falta excesivos recursos para explotar un lugar que representa un tabú tan grande como la propia morgue y crear una película llena de tensión y terror alrededor de un solo cuerpo sin vida.

Es una pena que una idea tan interesante, se vea convertido en eso que ya hemos visto y que no queremos ver.

Firma: Gerard FM.