Título original: Rondo
Año: 2018
Duración: 90 min.
País: Estados Unidos
Director: Drew Barnhardt
Guion: Drew Barnhardt
Música: Ryan Franks, Scott Nickoley
Fotografía: John Bourbonais
Reparto: Brenna Otts, Gena Shaw, Michael Vasicek, Luke Sorge, Grant Benjamin Leibowitz, Iva Nora, Reggie De Morton, Ketrick "Jazz" Copeland
Fallido intento de provocar terror.
Hoy en día parece que no nos sorprende nada, a pesar de las truculentas historias que directores de los cinco continentes se empecinan en presentarnos. En Rondo, Drew Barnhardt, se inventa algo insólito, no solo por la rocambolesca historia que nos cuenta si no en cómo nos la cuenta.
Primeramente llama nuestra atención el tono entre irónico y jocoso que utiliza. Capta nuestra atención por la originalidad desde el primer momento, y es que usar una voz en off que nos va explicando con todo detalle lo que está pasando es algo un poco arriesgado, ya que si no está muy bien realizado, se queda en una caricatura. Esa cuestión, en principio positiva, parece que se les olvida a partir de la mitad de la cinta, introduciéndose a continuación en algo insulso y carente de fundamento.
Paul no está muy bien de la azotea. Aconsejado por su hermana Jill decide acudir a la consulta de una psicóloga que le aconseja practicar sexo para curar su demencia. Tras acudir a una delirante cita se ve envuelto en una cadena de asesinatos, sexo y venganza.
Podríamos acabar aquí diciendo: esto es todo amigos, pero no. El cese en este punto hubiera supuesto un corto inteligente y divertido. El fallo es continuarlo por unos derroteros que parece que no se los creen ni los responsables de este film. Es como si al cortar un pastel por la mitad, una de las partes viéramos que está podrida. El desengaño mencionado no lo salva ni lo que principio tendrían que ser un final electrizante. Los hemos visto mucho mejores en otras películas de dudosa reputación.
Llama muchísimo la atención lo claramente que está dividida. En la segunda parte, el ritmo decae considerablemente, convirtiéndose en una serie de situaciones a cuál más sorprendente, dicho esto en lo menos positivo del término. Tenemos hasta dudas de que la dirección la desarrolle la misma persona, sobre todo al presenciar los burdos efectos especiales que intentan, y no lo consiguen, hacer que nos creamos algo.
De cintas con tan marcada diferenciación dentro del mismo producto tenemos infinidad, entre ellas, una que considero de las más acertadas. Estoy hablando de Himeanole (Himeanôru. Keisuke Yoshida, 2016), en la cual hasta los créditos nos avisan del traspaso de una comedia bastante divertida a la recreación de un escalofriante serial killer.
En el apartado interpretativo también tenemos de todo. Empezaremos por un excelente e hierático Luke Sorge que encarna a Paul. Seguimos por la que en principio tiene que ser la heroína, Brenna Otts que da vida a Jill y acabamos, en papeles algo más secundarios, con Reggie De Morton y Gena Shaw.
Para finalizar decir que nos encontramos ante un intento fallido de película de venganza. Le sobra mucho y le falta casi todo.
Firma: Josep M. Luzán.
@Josep_Luzan
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