Título original: Trauma
Año: 2017
Duración: 110 min.
País: Chile
Director: Lucio A. Rojas
Guion: Lucio A. Rojas
Música: Ignacio Redard
Fotografía: Sebastián Ballek
Reparto: Catalina Martin, Macarena Carrere, Ximena del Solar, Dominga Bofill, Daniel Antivilo, Eduardo Paxeco, Felipe Ríos, Claudio Riveros
Un viaje al más profundo terror.
Hemos escuchado en innumerables ocasiones que la realidad supera a la ficción. Cuando esta realidad trata sobre los acontecimientos que ocurrieron bajo el yugo de la dictadura chilena, ya empezamos a menearnos en nuestro cómodo sillón. A pesar de no haberla vivido en persona, la numerosa literatura al respecto nos ha puesto al corriente de ciertas prácticas que dejarían como un tierno infante al más depravado de los psicópatas.
Lucio A. Rojas tampoco se encarniza demasiado en esos hechos, cosa que, por otra parte, hubiera dado para mucho. Lo usa básicamente para explicarnos una historia que, para nuestro asombro y pavor, está basada en una cierta realidad. Sin dejar de ser un slasher, introduce algunos elementos que hacen de este film una obra fresca y sorprendente.
La crudeza con que está rodada es uno de sus puntos fuertes, no ya porqué en pantalla aparezcan unas escenas bastante terribles y muy bien rodadas, si no por como el realizador las plasma. En numerosas ocasiones hemos degustado films en los que la estética hace que acabemos bastante mareados ante tantos movimientos de cámara. Rojas se planta cuando hace falta, en un ejercicio muy interesante cinematográficamente hablando. Es como si quisiera decirnos: “tomad, esto es el terror”.
Cuatro amigas deciden pasar unos días en una aldea rural en el Chile más profundo. Tras la primera impresión de encontrarse en el paraíso, se encuentran con un hombre y su hijo que tienen una forma muy particular de divertirse. Los atacantes llevan encima todo el legado siniestro del periodo más oscuro de la historia de Chile.
Nos encontramos ante una forma muy original de representar el terror. Olvidémonos de psicópatas que se esconden tras todo tipo de máscaras, aquí la realidad nos golpea salvajemente y se nos muestra desnuda, sin muchos aditivos. A pesar de su excesiva duración, creo que algo menos de metraje hubiera ayudado a hacerla más fresca y trepidante, la historia está muy bien hilvanada llevándonos poco a poco, después de un apoteósico inicio, a un final en cierta manera sorpresivo.
Las escenas gore están muy conseguidas y con un elevado grado de verosimilitud, para nuestra desgracia todo hay que decirlo, puesto que en pantalla van apareciendo imágenes que en más de una ocasión harán que giremos la cabeza.
Otro punto a destacar es la fotografía a cargo de Sebastián Ballek. La exigencia en algunas escenas dan fe de su maestría. Es siniestra y al mismo tiempo da un cierto toque optimista.
Vamos con las interpretaciones. Todo el elenco está a gran altura. Empezamos con un gran Daniel Antivilo en el papel de Juan, el angelito. Le siguen el cuarteto femenino, no demasiado afortunado en la ficción, formado por Catalina Martin, Macarena Carrere, Ximena del Solar y Dominga Bofill. Nombrar también a Felipe Ríos, Eduardo Paxeco y Mauricio Rojas.
Para finalizar recomendarla encarecidamente a todos los amantes de las emociones fuertes. No quedaran defraudados. A través de unas turbias imágenes, se acercarán lo más posible al más puro terror.
Firma: Josep M. Luzán.
@Josep_Luzan
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