Título original: Split
Año: 2016
Duración: 116 min.
País: Estados Unidos
Director: M. Night Shyamalan
Guión: M. Night Shyamalan
Música: West Dylan Thordson
Fotografía: Michale Gioulakis
Reparto: James McAvoy, Anya Taylor-Joy, Betty Buckley, Brad William Henke, Haley Lu Richardson, Sterling K. Brown
M. Night Shyamalan vuelve a sus raíces.
Menuda sorpresa. No soy el mayor fan de M. Night Shyamalan pero le reconozco grandes méritos en sus primeras películas y en La Visita, su anterior trabajo, con el que creo que se reivindicó después de muchos trabajos mediocres cuando no horribles. Digamos que ese trabajo le volvió a colocar en el mapa y recuperar prestigio perdido y eso se nota en esta película. Se le vé mucho más confiado y explotando sus mejores bazas, y por supuesto, repitiendo antiguos errores.
Casey y dos amigas del instituto son secuestradas por un extraño hombre. Una vez encerradas descubren que su captor es mucho más peculiar de lo imaginable, pues dentro de él conviven 23 personalidades diferentes.
Una película que vuelve a sus orígenes en muchos más aspectos de los que parece a priori, ambientación y personajes fríos, elementos fantásticos en entornos realistas y ese giro final que te descoloca, y añado que en esta película es sublime. James McAvoy (Victor Frankenstein, saga X-Men) se roba la película en su totalidad, es un actor de método y se vé a kilometros que disfruta cada segundo con un personaje tan goloso. Su interpretación de las diferentes personalidades de Kevin es de 10, y para ello se ayuda de todos los registros a las que puede recurrir un actor, defectos en el habla, cojeras, diferentes miradas... un auténtico abanico de recursos en el lenguaje no verbal en que McAvoy sienta cátedra y que, me temo, no obtendrá mayor reconocimiento que halagos como este. Anya Taylor-Joy (La Bruja) y Betty Buckley (Carrie, El Incidente) funcionan cada una en su línea argumental, el caso de Anya queda algo mermada por los otros dos personajes que sirven de comparsa y pienso que son de lo peor de la película. En cambio, Betty Buckley que interpreta a la psiquiatra de McAvoy es un personaje muy interesante y las conversaciones que tienen ambos son de lo mejor de Múltiple.
Pero aquí la estrella no es James McAvoy, ni la joven Anya Taylor-Joy, ni el guión. Aquí la estrella es M. Night Shyamalan, y esto queda bien claro cuando sale su nombre con letras gigantescas antes del título de la película, él es el amo y el motivo por el que estás viéndola. ¿Exceso de confianza? ¿Honestidad? ¿Egolatría? Creo que es un “Sí” a cada pregunta. Cabe recordar que solo dos películas antes ni siquiera se anunciaba que él era el director de la cinta y te enterabas un poco de casualidad. El caso de After Earth, por ejemplo. Hablando de Múltiple, Shyamalan vuelve a su estilo más clásico, vuelven los entornos fríos y esos extraños giros de cámara, mucho más disimulados en esta que en anteriores trabajos, pero haberlos haylos. El guión, que como siempre también firma, es para mí de los más redondos (solo por debajo de El Protegido) pues toca los elementos fantásticos muy por encima y salvo en el final donde si que hay que hacer un salto de fe todo es muy extremo pero también lo suficientemente plausible. Y vuelvo a remarcar la figura de James McAvoy pues esta misma película no habría funcionado con cualquier otro actor.
Con La Visita dejó entrever una vuelta a los orígenes y consiguió que me reconciliara un poco con él. Con Múltiple hace que le vuelva a encontrar ese potencial que pierde cuando se le da demasiada libertad creativa. Un buen guión, un giro final que casi consigue que me levante de la butaca y una interpretación de su protagonista impresionante son sus mejores bazas. Recomendable.
Firma: Oriol Hernández.
@Oriol_TW
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