Título original: High-Rise
Año: 2015
Duración: 119 min.
País: Reino Unido
Director: Ben Wheatley
Guión: Amy Jump, J.G. Ballard (Novela)
Música: Clint Mansell
Fotografía: Laurie Rose
Reparto: Tom Hiddleston, Sienna Miller, Jeremy Irons, Luke Evans, Elisabeth Moss, James Purefoy, Keeley Hawes, Reece Shearsmith, Peter Ferdinando, Sienna Guillory, Stacy Martin, Enzo Cilenti, Augustus Prew, Tony Way, Dan Renton Skinner
Un apocalíptico mundo feliz.
Cuando uno se dispone a ver una película de un autor tan afamado como Ben Wheatley espera algo rompedor. La calidad se da por supuesto. No en vano estamos hablando de alguien que ha sido capaz de rodar films tales como Kill List, Sightseers y A Field in England. Destacar de todos ellos, como un denominador común, la fina ironía y un toque surrealista. High-Rise se diferencia un poco de todos ellos. No obstante su toque personal queda patente, pero en esta ocasión demasiado oculto, quizás por el excesivo peso de una gran producción y unos grandes actores.
La historia que nos cuenta, basada en la novela homónima de J.G. Ballard, es muy atractiva puesto que, aunque esté ambientada en 1975, tiene todos los tics de la sociedad que nos ha tocado vivir a la vuelta del siglo. Y es que hay cosas que no cambiarán nunca, como el egoísmo, el clasicismo y el desprecio por los que son inferiores.
Colaborador habitual de Wheatley, Amy Jump está a cargo del guion. Éste es muy confuso. Hace resaltar más las escenas escabrosas que las necesarias para lograr enganchar al espectador, que se queda un poco colgado, puesto que el ritmo es algo cansino. Se queda en un intento de retratar el caos a través de una orgía interminable, como hacía Calígula de Tinto Brass. Son dos maneras de representar lo mismo, High-Rise no lo consigue del todo.
Robert Laing se muda a vivir a un enorme rascacielos que teóricamente representa la sociedad ideal. La seducción de ese mundo feliz puede más que sus convicciones más profundas, que se diluyen como un azucarillo en el agua nada más pisar el flamante apartamento. Cuanto más arriba vives más prestigio tienes. Su morada está en la planta vigésimo quinta. Pronto se quedan sin electricidad, pero la fiesta tiene que continuar, al precio que sea.
La fotografía de Laurie Rose es de destacar puesto que prácticamente está rodada en interiores. Tiene un tono glacial a pesar de las escabrosas imágenes que aparecen en la pantalla.
La música de Clint Mansell recrea muy bien la época. Es una sabia mezcla de ritmos psicodélicos y free jazz. Si no fuera porqué es una película, os invitaría a cerrar los ojos y dejaros llevar.
Sin duda salvan la película unas excelentes interpretaciones. Empezando por un Tom Hiddleston en el papel del Dr. Laing, que no duda en enseñarnos, se supone que por exigencias del guion, su musculoso cuerpo. Por otro lado tenemos a un siempre convincente Luke Evans, que se aparta un poco del tipo de papel al que estamos acostumbrados. ¿Quién no recuerda No One Lives? Seguimos con un clásico, Jeremy Irons en un papel más bien secundario como los que suele hacer últimamente. En la parte femenina tenemos a Sienna Miller que encarnaría lo que podríamos denominar como la vecina perfecta y a Elisabeth Moss como la alocada y embarazada esposa.
Un film difícil que ha creado unas expectativas que no se corresponden con la realidad. Sin duda tendrá su público, pero mucho me temo que no será muy numeroso.
Firma: Josep M. Luzán.
@Josep_Luzan
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