Título original: Chimères
Año: 2013
Duración: 80 min.
País: Suiza
Director: Olivier Beguin
Guión: Colin Vettier, Olivier Beguin
Fotografía: Florian N. Gintenreiter
Música: Gisana Lorris
Reparto: Jasna Kohoutova, Yannick Rosset, Catriona MacColl
Sangre pasada por agua.
Todo es bien simple. Uno se va a Rumania, se hace una transfusión de sangre y ¡zas!, se convierte en vampiro. Así a saco. Bueno es una manera de empezar como otra cualquiera, pero ¿porque no convertirse en vampiro en Murcia?, supongo que tiene más glamour hacerlo en ese país del este de Europa. No os vayáis a creer que la acción transcurre en Transilvania, como la increíble El Baile de los Vampiros de Polanski, si no en una ciudad que bien podría ser Bucarest. Estamos pues, ante unos vampiros de ciudad, que tienen en común con el resto de esos seres la sed de sangre, como no podría ser de otra manera.
El cine de terror helvético es una gran desconocida, aunque así de entrada parece poco original, primero por la temática, el tan manido vampirismo, y después por la manera una tanto infantil de estar rodada. No sé si en un país tan civilizado como Suiza, hacer un tipo de película como la que estamos hablando es algo monstruoso, en esta parte de Europa desde luego que no. Precisamente el cine europeo de género destaca por su truculencia, algo que le falta a Chimères.
El trasfondo es una historia de amor llevada al límite, y este no es otro que la muerte. Amores raros hay en todas partes y Olivier Beguin nos dibuja esto de manera un tanto fría. En el recuerdo teníamos su divertido cortometraje Employé du mois, cosa que parecía augurar su paso al largometraje de manera brillante. Su primera experiencia nos deja un gusto agridulce, habrá que esperar y visionar sus futuros proyectos con más detenimiento. Cosas positivas hay, y eso sería deleznable no mencionarlo.
Livia y Alexandre están de vacaciones en Rumania, patria de ella. Todo transcurre plácidamente hasta que, tras una larga noche llena de degustaciones alcohólicas, Alexandre es atropellado. Recibe una transfusión de sangre, se supone que de alguien un poco especial. A partir de entonces empieza la pesadilla. Para los dos.
Film muy bien realizado, técnicamente hablando, pero muy flojo en el guión. Este no sostiene la ocurrente historia con firmeza, y eso se nota en todo su metraje, pero más notoriamente en su segunda mitad, precisamente la que tenía que ser más perturbadora. La primera parte es muy entretenida pero para nada convincente, con unos personajes un poco estereotipados. Con esto no queremos decir que las interpretaciones sean flojas. Yannick Rosset, en su papel de Alexandre lo borda. Su cara al transformarse en monstruo, tiene pinta de icono del cine de terror. El resto de personajes quedan un poco diluidos y abducidos por la historia. Por otro lado comentar que la fotografía de Florian N. Gintenreiter es excelente, juega con los claroscuros de manera magistral y da profundidad a todas las escenas, incluso a las de acción, que pecan un poco de coreografía barata. El maquillaje y efectos especiales son notorios, aunque podrían haber exagerado un poco más en las escasas escenas sangrientas, le hubieran ido bien. Como habréis podido intuir, parece que le falte algo, o quizás sean cosas mías, juzgad vosotros mismos.
Para acabar, y no me gusta decirlo así, es una obra para pasar el rato. Si os gustan las de vampiros podréis encontrar alguna cosa novedosa, pero hoy en día creo que el público espera algo más, no creo que esté mal recordarlo.
Firma: Josep M. Luzán.
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