Penumbra review


Título original: Penumbra

Año: 2011

Duración: 85 min.

País: Argentina

Director: Adrián García Bogliano, Ramiro García Bogliano

Guión: Adrián García Bogliano, Ramiro García Bogliano

Música: Martín Jurado

Fotografía: Ernesto Herrera

Reparto: Cristina Brondo, Camila Bordonaba, Berta Muñiz, Arnaldo André, Mirella Pascual, Victoria Witemburg, Diego Cremones, Gustavo Garzón, Hernan Penner, Gimena Blesa, Jorge Gallego, Ana Luna


Tras los burdos papeles pintados se encuentra la verdad.

El teatro del absurdo, desarrollado en cualquier manifestación dramática, hace tiempo que se inventó, además ha sido llevado hasta sus últimos extremos en infinidad de ocasiones, a veces acertadamente y otras no tanto. Pero vamos por partes. A veces lo absurdo es lo normal y muchas otras lo normal es absurdo. Son situaciones chocantes que a puro de ser repetitivas se convierten en cotidianas. Nuestro cerebro se adapta, y lo mismo que acepta que comamos caracoles, acepta a la larga también que estamos atados con cuerdas a una silla. Aunque no me gusten para nada los caracoles, creo que en un momento dado, y ante esa cruel disyuntiva, acabaría deleitándome comiendo esos bichos.

De los autores de Sudor Frío, que no son otros que los hermanos García Bogliano, nos llega este extraño film, que dicho sea de paso, mantiene el mismo tono de humor que la mencionada anteriormente, aunque en esta ocasión más mitigado. Estamos ante una excelente marca de fábrica, aunque en esta ocasión y desgraciadamente, no se consigue del todo plasmar la idea de lo absurdo de la vida y, porque no, de la muerte. Quizás me equivoque y la intención de los autores no era esta, lo que es peor todavía, porque entonces no sabemos hacia qué puerto querían conducir esta nave. Da la impresión de que a veces va a la deriva, pero, y es una cosa muy positiva, cuando parece cercano el naufragio, la pericia de los capitanes hace reconducir la situación.

Marga, una abogada española, tiene que pasar dos meses al año en Buenos Aires por asuntos de trabajo. En este viaje aprovecha para alquilar un piso situado en el barrio de Constitución, una de las zonas más peligrosas e inseguras de la capital argentina. Los inquilinos no son los esperados y pronto se dará cuenta de ello.

Para el visionado de esta cinta, tendremos que deshacernos de todos los estereotipos que tengamos. Ya se encargan los autores de enseñárnoslos todos, sin dejarse ninguno. Nos muestran, sin arrepentimiento alguno, esas manidas e infinitamente observadas relaciones hombre-mujer, argentino-español, catalán-español, yuppie-marginal, normal-absurdo, etc., hasta llegar a aturdirnos, incluso a molestarnos. Para que esto sea digerible, los hermanos García Bogliano cuentan con una baza que hace como de pegamento de toda la historia. Se llama Cristina Brondo. Su trabajo en el papel de Marga es fantástico, es el hilo conductor de toda la historia y su magnetismo hace que muchas escenas algo dudosas lleguen a pasar casi inadvertidas, y no lo digo porque sea la única actriz en pantalla de origen español, creo que eso es secundario y anecdótico, Cristina es una actriz con mucha personalidad. Se comenta que no le gusta mucho observarse en pantalla, en esta ocasión yo la animaría a hacerlo, está realmente sublime, y el papel de atractiva-ejecutiva-trepa le va como anillo al dedo. Otro aspecto positivo a destacar es la escenografía de interiores, totalmente acertada en la recreación del piso a alquilar, por ejemplo. Algunos movimientos de la cámara, sobre todo en la escalera, son también bastante interesantes. El guión, en cambio, es muy irregular, con muchos altibajos, aunque consigue muy a duras penas, que la historia tenga el suficiente interés de principio a fin. Como en todas sus obras, los directores y guionistas, miman el tema de los créditos finales, en esta ocasión muy originales. Otro aspecto a destacar es la, para mí, escasa y acertada música.

Película sobre la cual nos podríamos extender largo y tendido, pero que, de entrada, necesitaría una benévola revisión de todo su contenido. De todas maneras, si solo está pensada como un elemental pasatiempo, cumple su función.

Firma: Josep M. Luzán.